El accionar público de los recién en matrimonio había de ser sencillo y las ocasiones de estar solos eran muy escasas: si hacía falta la guarda del padre receloso, se reemplazaba por la de un hermano mayor. Tuvo unos minutos en el umbral para despedirse, quizás entre las escasas chances para un beso furtivo.
Del brazo, en la plaza o en la acera… María y Pepe no eran novios. Su crónica, su testimonio, es afín al de varios jóvenes de Nuevo Julense que vivieron en las décadas de 1940, 1950 o 1960. Eran poco mucho más que jovenes y exudaban simpatía recíproca. Estudió costura y, como la mayor parte de las pequeñas de su tiempo, se conmovía con las proyectos radiofónicas protagonizadas por Hilda Bernard y Oscar Casco; él, un año mayor, tenía un trabajo de cadete comercial. Se puede decir que sus andares eran fáciles. Pasearon juntos por la Praça General Belgrano, oyendo los acordes de la banda de música que tocaba el domingo durante la noche. Ocasionalmente paseaban en bicicleta por la prolongación de la Avenida Mitre hasta donde acababa el paralelepípedo. Para llevar a cabo un prominente había un punto obligado: la esquina de Santa Fe y Mitre, en la Padaria José y Domingo Gobelli. De manera rápida se bajó de su bicicleta y fue a la tienda a obtener dulces de veinte centavos, que le dio a ella. Ella respondió a tanta galantería con un sutil asentimiento de agradecimiento. Jamás hubo contacto físico entre ellos, 2 jovenes de dieciséis y diecisiete años. Únicamente una vez, en el momento en que la acompañó a su casa, Pepe debió tomarla de la mano para atravesar una calle llena de charcos, a las afueras del pueblo, donde aún no llegaba la acera.
UNA DE LAS ETAPAS MÁS HERMOSAS Todos y cada uno de los estudios que, desde diferentes campos, se han referido al noviazgo, coinciden en que pertence a las etapas mucho más preciosas y agradables de la vida humana. Es una relación de transición entre un hombre y una mujer, que les da la posibilidad de conocerse en hondura a fin de que en un instante particular resuelvan pasar a la próxima etapa, que es el matrimonio. En el noviazgo se pasa de la pura simpatía o sencillamente “gustarse” a una exclusiva relación de mayor conocimiento y que, por su parte, ha de estar inspirada por el espíritu de distribución, entendimiento, respeto, elegancia.
No pretendas que sea igual…
…que a los 20, 30 o a los 40. Es suficiente con que sea como debe ser, de una forma correcta a la edad que tienes y que sientes Que tienes. Sencillamente espera que sea una relación congruente con la persona donde has logrado transformarte durante todos estos años, que no fueron en balde, sino te han tolerado estudiar de lo bueno y lo malo y escoger lo destacado de una manera mucho más exactamente lo que desea y lo que no desea para el próximo periodo de su historia.
«Amigos con provecho»
Un descubrimiento agregada, según Stinson, fue que las líneas entre amistades y relaciones no son tan visibles como ciertos podrían meditar.
De las parejas que formaron parte de el estudio, 2 tercios afirmaron que eran amigos antes de ser pareja, pero muchas de las parejas asimismo afirmaron que eran «amigos con provecho», o amigos que tienen relaciones íntimas, antes de estar en pareja. una relación romántica completamente comprometida.
EL ROMANCE EN LAS PERSONAS MAYORES Supone promover y enfrentar los prejuicios. Los especialistas aseguran que optimización la calidad de vida
AGUSTINA MUSSIO
Irma Neves (80) inició una aventura con Ricardo Comarnisky (88) en el momento en que ella tenía 77 años. Pero se conocían desde hacía un buen tiempo: vivían a tres cuadras de distancia y él era compañero de trabajo de su marido. Fue la soledad que prosiguió a la viudedad (primero para uno y después para el otro) lo que los unió. “Una vez estamos en la calle y le dije que me iba al PAMI. Se ofreció a llevarme”, recuerda Irma. Desde ese instante han comenzado a concertar asambleas: “Nos reuníamos a almorzar, tomar mate en la tarde y nos acompañábamos a realizar los trámites”, cuenta la mujer. Más allá de que la relación había prosperado y llevaban saliendo tres años, eligieron proseguir viviendo en viviendas separadas. “Hay diferencias de carácter que perjudicarían la convivencia. De ahí que consideramos que era mejor sostenerlo de este modo”, afirma Irma.