Un caballero se pone parado en el momento en que una dama llega o se marcha de la mesa. En ocasiones es suficiente con llevar a cabo el ademán de ponerse parado. Un caballero en una mesa asiste para la dama a su derecha a sentarse o ponerse parado.
Orgullo y prejuicio, 1940. Fotografía: MGM.
Lo llamamos “cine de copas” y la imagen no puede ser mucho más evocadora. Instantaneamente vienen a la cabeza nombres como Jane Austen, Emma Thompson o James Ivory y situaciones ambientadas en el momento del té en un muy elegante salón o terraza, cuyo avance de una fachada exangüe y refinada deja, no obstante, intuir un fuerte enfrentamiento oculto. Los individuos semejan estar sujetos a un código de conducta recio y increíblemente difícil, en el que cada ademán y cada palabra han de ser medidos bajo pena de ostracismo o, peor aún, de murmullos y miradas de desaprobación. El contexto de todo… ¿no es necesario decirlo? Inglés de clase alta del siglo 19. Esto es, la temporada victoriana.
EL PROTOCOLO DEL SOMBRERO
Desde Fernández y ROCHE les acercamos múltiples reglas que rigen en la actualidad la manera de llevar sombrero, ciertas prácticamente en desuso y otras ahora arraigadas en la sociedad de la cual formamos parte.
Consejos
- En el momento en que estés a puntito de ponerte parado, tira de la falda hacia las rodillas para contemplar las piernas. Este acto evitará que expongas tu lencería.
- Ten en cuenta que, frente todo, tienes que eludir sentarte con las piernas separadas, aun con pantalones.
- Así sea que estemos sentados en una mesa, sofá o silla, jamás debemos atravesar las piernas, ni hombres ni mujeres. La posición adecuada de «libro» es con las piernas levemente separadas y los pies apoyados en el suelo.
- Si decides atravesar las piernas, ten presente una idea primordial que jamás debemos enseñar la suela del zapato.