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Cómo se le llama a la persona que cree que siempre tiene la razón

Esta nosología tiene por nombre Síndrome de Hubris. David Owen, médico británico que identificó este trastorno, apunta que la condición de estimar poseer en todo momento la razón es común en los líderes y en quienes detentan el poder. Entre sus peculiaridades se resaltan: Son insolentes y insolentes.

En el desarrollo de crianza de los hijos, siempre y en todo momento logramos hallar encuentros donde se crean discusiones. En estas asambleas es demasiado esencial proteger las expresiones y debatir bien, esto es, según la psicología, debatir siempre y en todo momento a fin de que todos y cada uno de los pertenecientes de una discusión terminen aprendiendo algo de ella.

Por consiguiente, el instante de discutir es el instante en el que mucho más aprenden los pequeños y jóvenes, puesto que imitan la manera de argumentar de sus progenitores y además de esto tienen la oportunidad de adoptar novedosas críticas, saber distintos puntos de vista y admitirlos. . Aprenden a tolerar, empatizar y respetar.

La discordancia cognitiva es un sentimiento de irritación que aparece a resultas del choque entre las opiniones de un individuo y sus acciones. En el momento en que hay una inconsistencia entre las opiniones y los hábitos, la persona se ve impulsada a cambiar algo para achicar esta discordancia.

¿De qué manera charlar con alguien que siempre y en todo momento tiene la razón?

Primeramente deberás apreciar cuál es tu intención en el momento de debatir con un individuo que siempre y en todo momento quiere tener la razón.

Quizás solo desees charlar un tanto sobre lo que sea. Quizás desees entender cuál es su opinión, o quizás solo desees ofrecer la tuya sin más ni más preámbulos. Pero asimismo es posible que tu intención sea hacerle cambiar de opinión dándole otro criterio… o cuando menos cuestionando su opinión.

Poseer en todo momento la razón: ¿Para qué exactamente y para qué exactamente?

Por último, algo que todos entendemos es que nuestra vida día tras día es como un fluído donde se cruzan múltiples corrientes complicadas. Todos vamos en nuestros botes, río arriba o río abajo. En vez de obsesionarnos con llevar siempre y en todo momento exactamente la misma dirección, aprendamos a ver hacia arriba para no chocarnos.

Permitamos el paso, suponemos un mar de psiques capaces de conectarse entre sí para fluir libremente y en armonía. Al final de cuenta, todos procuramos exactamente el mismo destino, que no es otro que la alegría. Conque construyámosla desde el respeto, la empatía y un genuino sentido de la convivencia.

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