Manco Inca Yupanqui (asimismo llamado Manco Cápac II), medio hermano de Huáscar y Atahualpa, quien se rebelaría contra los españoles y también empezaría una guerra que en un inicio duró ocho años, fue nominado para sucederlo en el trono.
Transcripción del audio del Secretario General de la Nación, Vladimir Cerrón:
Persecución a las pizarras
Una vez cometido el delito se inició una persecución contra las pizarras y sus características. La mayor parte escapó, pero con suerte muy dispar. El secretario Antonio Picado se refugió en la casa del tesorero Alonso de Riquelme, quien terminó denunciándolo. El popular fraile Vicente de Valverde escapó con su cuñado, el Dr. Juan Blázquez, y otros pizarristas. Llegaron a la isla de Puná, pero con tan mala suerte que los indios se levantaron y los mataron a golpes. Juan de Barbarán, tras sepultar el cuerpo del marqués y poner en custodia a sus hijos, pagó de su bolsillo a unos hombres a caballo y fue en busca del letrado Vaca de Castro. Hubo otros fusilamientos de los que prácticamente no contamos novedades, como el de Alonso de Corvera, un humilde poblador que vivía en Cartagena de Indias y fue decapitado por Almagro. Como es natural, a los que no tenían vínculos estrechos con la familia del marqués se les excusaba la vida en lugar de prometer lealtad al nuevo gobernador.
Las características de los pizarristas fueron saqueadas, comenzando por nuestra casa del marqués. Con la obsesión cuáquera a flor de piel, ciertos de sus sirvientes fueron torturados a fin de que confesaran dónde se encontraba escondido el tesoro imaginario de la familia. Las viviendas de Hernando Pizarro, Francisco Martín de Alcántara, Diego de Agüero, Francisco de Herrera, Alonso Palomino y Orihuela, Antonio Prado, Dr. Igual suerte corrieron Juan Blázquez y el secretario Picado, entre otros muchos. Los almagristas birlaron un sinnúmero de oro en clase, tal como plata, piedras hermosas y toda la documentación de la cancillería del gobernador. Además, se apoderaron de doscientos caballos y armas, a sabiendas de que deberían confrontar a los pizarristas y al letrado Vaca de Castro. Como afirma López de Gómara, hicieron todo a su antojo, por el hecho de que Gonzalo Pizarro se encontraba en la expedición de Canela, al tiempo que Hernando Pizarro se encontraba en España.