El misterio, entonces, es bien simple y simple: entender que la oración nos enseña a limosnear, vaciando el alma con la actitud adecuada. Comprendemos la Oración como una expresión del alma hacia Dios que manifiesta amor y aprecio, deseo de guía divina, confesión de pecado o necesidades concretas.
Es conocido que para entre los que suponemos en Dios, la oración es escencial para entender la realidad y entrenar los requisitos que Dios tiene para nosotros. Cualquiera que sean los inconvenientes que enfrentemos, las adversidades que hallemos en la vida, siempre y cuando deseamos conseguir la luz y la guía del Espíritu Santurrón a través de la lectura de la Palabra de Dios, jamás debemos desviarnos de la oración. En verdad, todo fiel en Dios está ansioso por conseguir desenlaces orando a Dios, ansioso por recibir las bendiciones de Dios, conseguir la luz y la guía del Espíritu Beato, y de esta forma vivir enfrente de Dios. No obstante, en este momento varios hermanos y hermanas se dan cuenta que con frecuencia oran a Dios pero no reciben iluminación, lo que los regresa pasivos y enclenques de espíritu. En consecuencia, muchas personas no podía comprender esto: ¿La oración no es solo charlar con Dios? ¿Por qué razón no puedo recibir la luz de Dios y conseguir desenlaces más allá de que oro frecuentemente? ¿Hay un misterio para la oración? Anteriormente, asimismo se encontraba preocupado por exactamente las mismas cuestiones. Después, tras leer ciertas expresiones en un libro, descubrí que verdaderamente había un misterio para rezar.
Cinco puntos sobre la práctica de la oración privada
Además de esto, aquí hay cinco puntos prácticos que tienen la posibilidad de asistirnos a detallar y sostener una vida de oración privada.
Quizás estemos aguardando ese esquivo “cualquier día” en el que nuestras vidas estén menos ocupadas y mucho más distendidas; Entonces creemos que podríamos ir y tener un tiempo en solitario con el Señor. Pero siendo realistas, ese «cualquier día» jamás va a llegar; las ocupaciones y dispesiones no reducirán. En consecuencia, debemos ser deliberados y establecidos sobre tener tiempo privado con el Señor desde este momento.
Alinea tu pensamiento, palabra y obra
Había una vez un hombre que rezaba todo el tiempo a un santurrón pidiéndole que ganara la lotería. Tras rezar bastante, un día, el beato hace aparición en frente de él y le afirma: «Escuché tus frases y hago todo cuanto puedo, pero necesito que adquieras un boleto de lotería y lo juegues ocasionalmente».
Lo que mi papá trataba de decirme con esta historia es que cualquier cosa que solicites, tienes que estimar conseguirla haciendo un trabajo en ello. Swami Kriyananda acostumbraba a decir que no llegas a la cima de una montaña sencillamente deseando estar allí. Debes realizar tu parte y ofrecer los pasos precisos para llegar a la cima.
Rezamos para estudiar a querer como Jesús
Tenemos la posibilidad de vocalizar o reiterar toda clase de frases, pero alén de las frases comunes, la auténtica oración nos transporta a hallarnos no con un concepto, sino más bien con la persona de Jesucristo, para estudiar a querer como Él quiere. La oración no va a cambiar la intención de Dios, somos nosotros quienes la cambiamos, por medio de la experiencia del acercamiento con el cariño que Dios nos tiene.
Frecuentemente, en el momento en que oramos, deseamos que Dios lo encuentre una solución todo, sin percatarnos de que somos nosotros los que debemos solucionar lo que ocurre a lo que nos rodea. Decir nuestras frases en silencio o en soledad nos introduce en el cariño de Jesús. De esta experiencia aprendemos de qué forma quiere Jesús, qué hace y qué no hace por amor a su pueblo. La invocación nos transporta a querer como Jesús para dejar en libertad y realizar el bien, en especial a los que son víctimas del padecimiento, la patología o la desgracia.