Pese a todas y cada una de las verdades incómodas que tienen relación con los pobladores de nuestro mundo, hay una polémica más especial. En lo profundo de sus ánimas, los humanos tienen una necesidad morbosa de asociarse con el mal. Esto no significa que todos seamos sicópatas y delincuentes: sencillamente, a la mayor parte nos atrae leer, oír o ver cosas macabras… ¿casos de asesinos en serie? En las próximas páginas te dejamos una lista de las oraciones mucho más espantosas de los delincuentes mucho más temidos de la historia de todo el mundo.
Albert Fish: primeros años
Nació el 19 de mayo de 1870 en Washington D.C., capital de los USA. Desde temprana edad padeció la desaparición de su padre (quien era 43 años mayor que su madre), algo que desbarató a la familia.
Inútil de cuidarlo, su madre decidió dejarlo en un orfanato donde Albert conoció tanto el auténtico mal como el exitación. Otros pequeños le brindaron azotes que le brindaron a Fish experiencias físicamente agradables, según sus biógrafos.
Fascinación por la castración
Una vez, en el transcurso de un recorrido, Albert y una de sus amantes visitaban un museo de cera, donde quedó fascinado por el pene de entre las muñecas. Desde entonces, su interés por los órganos sexuales se multiplicó y sintió la necesidad de capar a alguien.
A lo largo de una relación íntima con un hombre con discapacidad mental, Fish procuró castrarlo, pero el hombre se atemorizó y logró huír. Al tiempo, se incrementaron sus viajes a los burdeles, donde pagaba para ser golpeado y cumplía sus fantasías.
Primeros intereses
Tuvo su primera experiencia sexual a los 12 años. A cortísima edad empezó a tener relaciones gays y comenzó a proceder a baños públicos a conocer chicos desnudos. En ese instante, ahora se sentía atraído por el sadomasoquismo y se divertía no solo infligiendo mal a otra gente, sino más bien asimismo a sí mismo. Pero no solo eso.
Asimismo comenzó a desarrollar el gusto por la coprofagia, que es el gusto por comer heces humanas, tal como la urofilia, que es el acto de sentir exitación o masturbarse con orina.