Este empresario vitivinícola hispalense estuvo casado con Isabel Preysler entre 1980 y 1985, con quien tuvo una hija, Tamara Falcó Preysler. Asimismo estuvo casado con Jeanine Girod, con quien tuvo 2 hijos, y con Fátima de la Cierva, con quien tuvo 2 mucho más.
Por Rosa García, activista de La Comuna
Susana Falcón nació en Buenos Aires (Argentina). Es una periodista y autora hispano-argentina que trabajó en prensa, radio y televisión en Argentina, Nicaragua y España. Exiliado en España a lo largo de la última dictadura argentina (1976-1983), asimismo fue corresponsal en la región de la mayor guerra sandinista en Nicaragua. Ha anunciado múltiples libros de investigación, cuentos y poesía: «Veinte años. Memoria de la impunidad y el olvido. Argentina 1976-1996», «Por favor jamás mueras», «El crepúsculo de Gravina», «Lo brindaron todo Historias de las luchas de Marinaleda» , «Vida y muerte de Carlos Parra: el hombre que conoció al torero», «cien mujeres andaluzas. Retratos del feminicidio franquista» y «La pequeña de la casaca roja». Susana, naciste en una familia relacionada a la civilización, nos cuentas que tu padre es escritor de guiones de cine y televisión, ¿de qué forma fueron esos años? La relación de mi familia con la civilización siempre y en todo momento estuvo presente, aprendí a leer temprano y tenía varios libros en el hogar. Mi tío abuelo fue un señalado periodista y escritor en las décadas de 1930, 1940 y 1950. García Lorca estuvo en su casa y allí conoció a populares intelectuales republicanos del exilio, como León Felipe, Rafael Alberti… Mi tía trabajaba en Editorial Losada, reconocida editorial argentina, y mi padre, Jorge Falcón, fue un popular y respetado escritor de guiones de televisión y cine en los años sesenta, setenta y principios de los ochenta. Efectuó originales series. Le importaba bastante el realismo popular pues tenía una fuerte conciencia popular. Logró series en las favelas y sobre la vida de su gente. Soy periodista y escritor para él. Comencé a estudiar Ciencias de la Educación, pero no terminé por el hecho de que vino el golpe militar y la dictadura y debí exiliarme. España fue donde comencé a estudiar periodismo. Este año celebro 40 años como periodista en ejercicio. ¿Por qué razón está exiliado de Argentina? ¿De qué forma fue tu experiencia componente?Comencé en el ejército, como muchas mujeres y hombres de mi generación, en mi adolescencia. Suelo decir que el tren de la historia pasó en frente de nosotros y nos ascendemos por el hecho de que deseábamos cambiar la Argentina. Deseábamos una Argentina de igualdad, de derechos sociales, un cambio popular profundo, innovador. Y por esa razón una cantidad enorme de jóvenes se apuntaron a eso que se conoce a nivel político como un “alzamiento de masas”. Me siento muy feliz y hasta un tanto orgulloso de haberme subido a ese fantástico tren, soy componente desde los 15 años y en el momento en que recién cumplía los 20 se dio el golpe militar y se desató una opresión despiadado contra todos. Vinieron a arrestarme, por fortuna me habían sobre aviso y ahora me había ido de la vivienda, pero mi familia padeció la opresión. Pasé a la clandestinidad, una experiencia bonita, si bien durísima en tiempos de toque de queda y de opresión policial y militar increíble. La mayor parte de mis colegas fueron detenidos y están desaparecidos hasta hoy. Mi opinión es que fue una experiencia de vida bella, enriquecedora personal y políticamente si se tienen la posibilidad de dividir estas 2 cosas. Tuve la fortuna de huír, pero prosigo levantando la bandera por mis compañeros que fueron detenidos y desaparecidos y que debieron ofrecer la vida por este emprendimiento de cambio en el que se embarcaron miles de jóvenes. Llegas a España y te pones a trabajar y prosigues conectado con otros asilados españoles como Carlos Slepoy en la demanda de la dictadura argentina y sus crímenes, como cuentas en tu libro «Veinte años. Memoria de la impunidad y el olvido. Argentina 1976-1996». Pero asimismo te andas implicando en la pelea por la memoria democrática en España. ¿De qué forma fue ese desarrollo?Me exilié en 1977 y un año después entré en contacto con compañeros y compañeras del Movimiento Comunista en A Coruña, donde vivía. Para mí fue una experiencia demasiado enriquecedora que me dejó estudiar los argumentos del marxismo, su crónica y sus enormes nombres, puesto que en Argentina no tuve tiempo para llevarlo a cabo. Más tarde me trasladé a La capital de españa y trabajé en el jornal «Ser útil al Pueblo» del MC. Coincidí en ciertos hechos con Carlos Slepoy, letrado argentino asimismo exiliado, experto en derecho en todo el mundo, defensor y padre de la justicia en todo el mundo, de quien escribo una biografía. Mi relación con el movimiento de la memoria histórica, si bien siempre y en todo momento he estado pendiente de todo aquí y allí, fue en Sevilla en 2007 donde conocí a Paqui Maqueda. En ese instante yo se encontraba adelante de la radio-televisión en Marinaleda (Sevilla) y tuvimos un enfrentamiento al que fueron múltiples personas. Paqui nos charló de la opresión que padecía su familia: su bisabuelo y sus tíos abuelos, ahora partir de ahí me sostuve en contacto con las entidades de memoria. En 2008 comencé a catalogar historias de mujeres, Paqui me obsequió unas y yo logré otras y ese es el germen del libro «cien mujeres andaluzas». Trato de proceder a los acontecimientos y continuar esta pelea tan precisa aquí y allí. Exactamente en su libro «cien mujeres andaluzas. Retratos del feminicidio franquista» comentaba que «comienza un vuelo hacia la luz». ¿La pelea por recobrar la memoria de quienes padecieron la mucho más feroz opresión y crueldad por ser mujeres y pueblos colorados logró romper la barrera del silencio y la impunidad impuesta a lo largo de muchos años? ¿Qué haría falta? Debemos atravesar esa barrera y me agrada recalcar que deseo contar estas historias mediante libros y lecturas dramatizadas en cualquier sitio, cuantos mucho más sitios mejor. Soy un mediador de estas historias, lo que deseo es romper esta artimaña de silencio, impunidad y olvido a la que fueron sometidas y contra la que luchan familiares y asociaciones memorialistas, tal como escritores y cronistas. En este momento son las nietas y los nietos los que luchan por recobrar a sus familiares. El libro sobre estas cien andaluzas es el sexto que escribo y tengo intención de presentarlo en múltiples sitios, la semana próxima en La capital española y próximamente en París, y si bien ahora tengo unas 33 muestras, me quedan varios sitios andaluces por conocer. ir. Comenzamos unos meses antes de la pandemia, pero todo se detuvo hasta septiembre de 2021. Con este trabajo deseaba enseñar a estas mujeres en carne y hueso, exponiendo quiénes eran, sus vidas, sus deseos y opciones, sus reacciones, su militancia, su férrea intención de no abrir la boca, de no denunciar a sus familiares, a sus compañeros de militancia, a sus vecinos… eran de todas y cada una de las tendencias políticas: ácratas, marxistas, socialistas, masones, guerrilleros… solo por estar en Puerto Real y a fines de febrero voy a estar en Antequera (Málaga) y en el momento en que los jóvenes escuchan estas historias se sorprenden, se sorprenden. Aprovecho para rememorar a Alejandro Pacheco, fallecido el año pasado, internado en el planeta de la civilización, ilustrador y diseñador de portadas de este libro de Estacionamiento Ediciones, que revela fielmente lo que representan estas mujeres: es el retrato de una mujer. con su ademán alegre, su peinado años 30, sus zarcillos, la Bandera de Andalucía, tierra mineral y una enorme sonrisa.