El enorme artista y pianista fue nombrado ?Señor? en 1998, un año tras la desaparición de su amiga Lady Diana. Como en las precedentes, el reconocimiento llegó por su tarea en la música y su vertiente caritativa. En 2021, Elton John se unió a los Compañeros de Honor.
El planeta adquirió asientos de primera fila para poder ver fallecer a las estrellas de rock. Ahora viejos, ricos y concluyente, el mainstream los desechó. Hasta el momento en que nacieron las canciones épicas del siglo XXI: los biopics. Son películas, pero al unísono cuentos prácticamente orales; anécdotas que, por efecto dramático, tergiversan y suprimen unas partes de la vida que desean contar, pero que corren riesgo de transformarse en historia oficial. Rocketman (Dexter Fletcher, 2019), la biografía de Elton John, no es una salvedad.
Como Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018) con la figura de Freddie Mercury, Rocketman es un sello mucho más en la bendita pulsera que se vende en el metro: descontextualizada, laminada y achicada a su mínima expresión. A esta altura de la velada semeja evidente apuntar que estas historias hay que sacarlas con pinzas para encerar. No obstante, en ocasiones la vida real tiene mucho más venganza poética que cualquier producción cinematográfica. Y Sir Elton podría realizar una trilogía cinematográfica de sus caídas en desgracia.
Litografía de Terry O’Neill.
Su madre insistió en ver ‘Deep Throat’ en su avión
Elton entonces viajó mediante los EE. UU. en el «Starship», un avión de usuarios Boeing transformado utilizado por Led Zeppelin. El avión se encontraba pintado de colorado, blanco y azul y tenía un bar húmedo, sofás y televisión.
«Garganta Profunda» fue publicado en 1972.