Ciertas virtudes que debe tener el Príncipe, enumeradas por Maquiavelo, son: Tener un ejército profesional. Imitar al zorro en el ejercicio de la Diplomacia. Imitar al león en la guerra y en la administración de justicia. Mucho más bien ser inquietante que amado.
Meditar en Maquiavelo es meditar en la Ciencia Política, el “padre de la Ciencia Política”. Es bien interesante meditar en el motivo de semejante caracterización, si bien quizás esto implique un análisis considerablemente más detallado, preciso, concreto y exacto que el que tenemos la posibilidad de efectuar en unas escasas líneas que significan la realización de esta instancia valorativa. Me semeja atrayente meditar en esta situación del imaginario colectivo, si bien, insisto, sería inoportuno asignar semejantes elementos en el momento en que, como punto primordial de este artículo, es la concepción del poder, su conservación y el elemento clave de articulación del castillo, del pensamiento florentino.
En este sentido, la pura teorización sobre los elementos del poder, la virtuosa conservación en sí de semejantes elementos, repiquetea como iniciativa escencial y nos conduce, en último término, al elemento clave de su ideario. Lo esencial no es el deber de ser, lo esencial es el ser; Lo único primordial es de qué forma se genera un preciso acontecimiento de carácter político y cuál es la mejor forma de desarrollarlo y aprovecharlo. Por el momento no hay caracterizaciones sobre lo que deseamos, sino más bien sobre de qué manera gestionamos el poder: “la teoría astuta ‘pragmática’ no hace mucho más que expresar su atención a la maleabilidad de la ‘naturaleza’ humana” (Borón, 1999, p. 186).
Ideas Primordiales
Las ideas de este trabajo se apartan por medio de los episodios en que se compone, en el Capítulo I logramos hallar la manera en que se dividen los principados y los medios por los que se tienen la posibilidad de ser comprado De esta manera, establece que hay tres clases de principados: los mixtos, los nuevos y los hereditarios, que tienen la posibilidad de adquirirse por armas propias o extrañas, o por la fortuna o la virtud.
En su Capítulo II, establece que los principados son hereditarios, como los que se consiguen por herencia, y que estos tienen la posibilidad de preservarse, sin modificar el orden predeterminado, dando continuidad a la antigüedad de una dinastía. El Capítulo III trata de los principados mixtos, de qué manera tienen la posibilidad de gobernarse poseyéndolos y extinguiéndose la descendencia del príncipe o exactamente en qué reino en ellos, no mudando ninguna ley y el que desee puede llevar a cabo los cambios que desee.
Un príncipe ha de ser tan listo como feroz
El príncipe debe valerse tanto del hombre como de la bestia: listo como un zorro para omitir las trampas y fuerte como un león para espantar a los lobos. — El Príncipe, Capítulo XXIII.
No es bastante que un príncipe sea capaz, asimismo precisa parte de perserverancia y ferocidad. ¿cuánto cuesta? Lo bastante para persuadir a tus contrincantes.