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Qué dice Romanos 16 19

19 Pues tu obediencia fue evidente a todos, de ahí que me gozo en ti; pero deseo que seáis sabios para el bien y también inocentes para el mal.

La doctrina de la justificación por la fe fué objeto de extensa disputa y conflicto en el cristianismo a lo largo de mucho más de 500 años. Varios han tergiversado la palabra (pistis), que generalmente en nuestro idioma sería «fe» o «creencia». La primordial predominación formativa en la interpretación de Romanos a lo largo de la Reforma protestante fue el énfasis católico en las proyectos humanas para la salvación.1 Por ende, el denominacionalismo protestante adoptó el concepto contrario: estimar el libro de Romanos como un contraste entre » (definido como esfuerzo humano) y «fe» (definida como la aceptación de Jesús sin tomar acciones). El planeta protestante está tan sobrepasado de este enfoque que cualquier objeción se considera herejía. En su respetado comentario de 1875 sobre el libro de Romanos, Moses Lard apuntó el dogmatismo irracional asociado con este criterio:

comentaristas, tanto que semeja que jamás se les ocurrió, como una posibilidad, que Pablo se encontraba no redactar en acompañamiento a su horario. Lo vieron como alguien que planteaba lo mismo, un defensor de su enfoque. El resultado fué que en varios sitios sus proyectos son una perfeccionada perversión de la realidad, no una exposición de ella.2

Romanos 16:1-2, patrona de Pablo

Esta sección es una parte de la conclusión del libro de Romanos y empieza la descripción de los saludos que Pablo manda a una larga lista de personas que trabajaron con él. Primero, encomia a Phoebe, quien probablemente fue la portadora de la carta. No se la relata en ninguna otra sección del Nuevo Testamento, pero según lo que afirma Pablo en este artículo, era un integrante señalado de la iglesia de Cencreas (Hechos 18:18) puesto que participaba activamente en el ministerio (Rom 16:1 – 2). Pablo detalla a Febe como una hermana, lo que reafirma que es fiel, en tanto que este es un término que se aplica con frecuencia a los primeros cristianos (1 Cor 5,15; 9,5; Fil 2; Santiago 2,15). Además de esto, visto que fuera presentada con el título de «nuestra hermana» probablemente la caracterice como cooperadora de Pablo (como se ve en Colosenses 4:7 en el momento en que el creador sugiere a un hombre llamado Tíquico como «nuestro amado hermano»).1 El artículo afirma que Febe asimismo era diácono de la congregación, o sea, que ocupaba un puesto esencial de liderazgo.

En el versículo 2, al charlar de Febe, Pablo solicita a sus receptores que la reciban en el Señor de forma digna de los santurrones, esto es, Pablo solicita que Febe sea acogida en la red social de forma hospitalaria, en tanto que ella era un individuo que les pertenecía (12:13). El apóstol enseña además de esto que este diácono favorecía a varios, incluido él mismo. Paul reconoce el servicio de Phoebe hacia él y otros cristianos y verdaderamente la llama «patrona». Dado que esta mujer fuera una patrocinadora señala que era un individuo rica y vigorosa que utilizaba sus recursos para respaldar a la iglesia ahora los misioneros (como Pablo). Cristianos como Febe actuaron como mecenas o benefactores de cristianos particulares y de toda la iglesia, en sus tratos con el gobierno o los tribunales. Representaba a toda la red social y, por medio de su red de relaciones con otra gente bien ubicadas y también predominantes en la esfera pública, era una bienhechora, una mujer de autoridad que facilitaba la vida popular de los fieles en la sociedad grecorromana. 2

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