huevos cocidos, cuello de pollo, pan, queso colado, chorizo, carne molida, mortadela, arroz, guiso de pollo (con ciertas especies extrañas y de baja calidad) café, bebidas de gusto extraño, pasta, lentejas, frijoles, filetes de pescado (sintético) La mejor nutrición es la del pueblo
En lo que se refiere a la nutrición, un preso le cuesta al Estado 1.500 dólares americanos diarios mucho más la merienda (pan con mermelada). Aun antes del incendio en la Torre 5 del lugar, que en la madrugada del 8 de diciembre de 2010 causó la mayor catástrofe en la historia carcelaria de Chile, y que terminó con la vida de 81 internos, la subsistencia de un de adentro no superaba los US$ 1.000 .
Por Rodrigo Ramos Bañados
Cárceles Federales
El Negociado Carcelario Federal (BOP) es quien se encarga de sostener a los presos en las prisiones federales. Un manual de servicio de alimentos anunciado por la agencia en 2011 detalla las reglas sobre seguridad y administración de los alimentos. Asimismo incluye programas para dietas religiosas y pretensiones dietéticas preparadas.
Un menú de 2012 nos ofrece un concepto de lo que consumieron los presos a lo largo de cinco semanas. El desayuno incluye de manera regular una ración de fruta fría como manzana, naranja o plátano. Otros alimentos básicos son la avena, la sémola, los salvados de cereales, el pan, la leche desnatada, la gelatina y la margarina.
¿Qué es comer rancho en la prisión?
A la comida de la prisión la llamamos “el rancho”. Para el desayuno te dan café, bolillo y huevo en polvo. Nuestras familias nos traen comida para cocinar o nos dejan dinero para obtener comida. El primordial inconveniente de limitar o anular la visita es que no entra comida, dinero o medicinas.
Pasillo de la desaparición es el nombre que recibe el grupo de celdas de los condenados a muerte; de manera frecuente es una sección de una prisión donde están las celdas de la gente que aguardan la ejecución. Esto se conoce como el fenómeno del corredor de la desaparición.
¿Dónde se encuentra la cerveza?
Llevar a cabo cerveza en Alcatraz no fue un enorme inconveniente para los presos. Los que trabajaban en la panadería lograban la levadura y en escasas horas tenían preparados los tarros para guardarla. Lo difícil fue esconderlo a la visión de los guardas, por el hecho de que toda vez que lo hallaban, lo lanzaban en frente de exactamente los mismos presos, quienes en el instante volvían por mucho más.
Entre los presos -Darwin Coon, creador de El auténtico final de la línea- recordó “un guarda que tenía un olfato particular para la cerveza, podía olerla a prácticamente un quilómetro de distancia. Otro, en cambio, tenía la repugnante práctica de mear en las ollas en que lo guardaban.