O sea, siempre y en todo momento apunta a alguien que, por una u otra razón, resaltó socialmente y se ganó el aprecio del resto. La distinción del apellido se fundamenta exactamente en este prestigio del antepasado, su sonido evoca los honores logrados por el principal creador del estirpe.
¿Por qué razón mi nombre es Moisés? ¿Por qué razón me pusieron el nombre de mi bisabuelo, que murió antes que yo naciese? Los judíos asquenazíes nombran a sus hijos con el nombre de ancestros muertos. Esto debe ver con la creencia en volver a poner el alma y honrar la memoria de los fallecidos. Si pudiese seguir su árbol genealógico, alguien llamado Moisés hallaría tatarabuelos llamados Moisés durante las generaciones.Los judíos sefardíes nombran a sus hijos por los abuelos que por norma general viven. De esta forma, en el árbol genealógico, vas a encontrar exactamente los mismos nombres cada generación y media. Si uno lee la narración de España, en ocasiones es imposible distinguir quién murió y quién prosigue vivo. ¿Es el abuelo o el nieto? En otras ocasiones, podemos encontrar al hijo con exactamente el mismo nombre que el padre, hablamos de una práctica cristiana que está entre los judíos sefardíes tras su salida de España, gracias a la inquisición.
En contraste a los aristócratas y los ricos, los judíos no tenían apellidos en Europa del Este antes de los años napoleónicos, a inicios del siglo XIX. La mayor parte de los judíos de los países conquistados por Napoleón, como Rusia, Polonia y Alemania, eligieron adoptar apellidos para la recaudación de impuestos. No obstante, tras la derrota de Napoleón, varios judíos abandonaron estos nombres y volvieron al nombre «hijo de», dando sitio a apellidos como: Mendelsohn, Jacobson, Levinson, etcétera. A lo largo de la llamada emancipación, en más de una ocasión se ordenó a los judíos que adoptasen apellidos. En Austria y Galicia, el emperador José forzó a los judíos a adoptar apellidos en 1788. Las «listas de apellidos» austrohúngaras de forma frecuente utilizaban expresiones alemanas, muy afines al yiddish. En Polonia ordenaron la utilización de apellidos en 1821 y en Rusia en 1844. Probablemente ciertas familias de familias judías hayan recibido apellidos en los últimos 175 años o menos. En Francia y los países anglosajones, los apellidos volvieron en el siglo XVI.