Alfonso de Borbón y Battenberg, primogénito del rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, fue heredero legítimo de la Corona de España a lo largo de 26 años sucesivos, desde su nacimiento en el mes de mayo de 1907 hasta su dimisión, en el mes de junio de 1933.
Últimamente, el interminable culebrón de Gibraltar volvió a nuestras pantallas, en parte por un esfuerzo personal del ministro de Exteriores de cambiar la política de españa del previo gobierno, y en parte por la prepotencia del presidente jibraltareño para enseñar a España cuales son sus armas. En este articulo, no obstante, intentaremos profundidzar en las causas (jurídicas y políticas, por ejemplo) de la supervivencia de un enfrentamiento que probablemente sería impensable en otro país europeo, especialmente si se llamasen Francia o Alemania. De nuevo, aparece la presunción de que España sí es diferente, cuando menos en el momento de proponer una política exterior sólida y congruente, que no adolezca de vaivenes y desfases insignificantes en el tiempo en cuestiones de fondo, lo que con determinado aire de suficiencia se llama “temas de Estado”. «.
El Tratado de Utrecht de 1713 es el título de propiedad que Enorme Bretaña puede exhibir para reclamar que Gibraltar le forma parte, un título que raramente jamás fue denunciado por España, ni política ni legalmente, pese a ser de un Tratado extraño que puso fin a una extraña guerra, la de la sucesión de españa, entre Enorme Bretaña por una parte y Francia (que apoyaba a los Borbones) y España por el otro. Era un Tratado extraño por el hecho de que pocos sabían que España no podía negociarlo de forma directa, contradiciendo de este modo entre las claves escenciales de cualquier desarrollo de negociación en todo el mundo y los principios escenciales del derecho: que es imposible imponer un acto a absolutamente nadie sin ser oído de manera directa o a través de sus representantes legales. La verdad es que Luis XIV, entonces Rey de Francia, no dejó el paso por territorio francés de los plenipotenciarios españoles que pretendían proceder a Utrecht y negoció el Tratado de manera directa con la Reina de Enorme Bretaña en nombre del Rey de España. , su nieto. No cabe duda de que el rey Borbón de Francia no representó apropiadamente los intereses españoles y que entonces impuso su intención a un joven y también inexperto Felipe V, que aún debía mucho más a su ascendencia y familia francesas que a ser un auténtico rey español. En verdad, en exactamente el mismo Tratado, Francia se limitó a ceder a Enorme Bretaña ciertos territorios de ultramar mucho más pequeños, quizás utilizando que lo que los británicos deseaban, por causas estratégicas de defensa, era la joya de la Corona: el peñón.