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Que no ven ni oyen

5 Tienen boca pero no charlan, tienen ojos pero no ven; 6 Tienen oídos, pero no tienen la posibilidad de oír; tienen nariz, pero no huelen; Tienen 7 manos, pero no sienten; tienen pies, pero no andan, ni charlan con la garganta. 8 Como ellos son los que los hacen, y todos y cada uno de los que en ellos confían.

A primer aspecto, el primero de los Diez Mandamientos – “No vas a tener dioses extraños enfrente de mí” – puede parecer de poca relevancia para bastantes de nosotros actualmente. No obstante, el presidente Spencer W. Kimball, duodécimo presidente y profeta de La Iglesia de Jesucristo de los Beatos de los Últimos Días (generalmente famosa como “mormones”) ha dicho sobre este mandamiento: “Ya que he estudiado las Escrituras viejas, estoy mucho más convencido de que Dado que el mandamiento «No vas a tener otros dioses enfrente de mí» fue el primero de los Diez Mandamientos es importante. (Spencer W. Kimball, “The False Gods We Worship”, gaceta Ensign, junio de 1976, pág. 3). Las otras citas del presidente Kimball que están en el artículo son del mismo alegato)

La idolatría, como se define generalmente, es la adoración de dioses artificiales. El profeta Daniel charló de personas que ponen su fe en «el brazo de carne» y en «dioses de plata y oro, bronce, hierro, madera y piedra, que no ven ni oyen ni saben» (Daniel 5:23). Los iconos hechos por el hombre, hechos de plata, hierro, piedra u otros materiales, son elementos que deberíamos admitir de forma fácil como ídolos.

3 – Idolatría del dinero

Jesús identifica la idolatría con el servicio del dinero: «Ningún siervo puede mantener a 2 señores, pues menospreciarán al primero y amarán al otro, o eligen lo primero y les enfada lo segundo. Es imposible ser útil a Dios y al dinero (Mammon) al tiempo”.

Fíjate que no se habla del dinero en sí, sino más bien de ser útil al dinero, ser su ciervo. Esto no significa que los recursos terrenales en sí mismos formen un dios contrario a Dios. Es el hombre, con su actitud, quien puede endiosarlos y transformarlos en oponentes de Dios. Y en verdad, esta opción alternativa entre Dios y el dinero se da de forma frecuente. De esta forma le sucedió a Judas, que prefirió las treinta monedas al Profesor (Mt 16,14s).

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