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Qué raza es Lilith

Títulos de Lilith Hija del Odio Madre del Santuario Constructor del Santuario Reina de las Succubus La Primera Raza Madre Afiliación Diabólica Avernos Candentes (Previamente) La Tríada (Supuestamente) ¿Estado Vivo?

Que algo anda mal -en verdad siempre y en todo momento estuvo mal- en este país, cada día se hace mucho más visible. Y sucede que por más que nos demos patrióticos golpes en el pecho, o celebremos exterminios el día de la carrera, España, esa entelequia de retazos culturales unidos por las santas bolas de crueldad que emite del mucho más rancio nacionalcatolicismo, siempre y en todo momento fué el pais que los demas idean!. Una sociedad sumisa y también idiota que tiene poco o ningún respeto por sus expresiones culturales. De ahí que aquí no cuidamos la civilización ni a nuestros artistas. De ahí que aquí una artista con una voz de quilates como la de María Rodés, debería ganar disco tras disco el reconocimiento que debió tener hace bastante tiempo. Pero encima la mujer muy traviesa es catalana. Y además de esto, no se le sucede nada superior que lograr que un álbum de brujas sobre brujas. ¡A la hoguera con ella! Que por alguna razón somos la cuna de la Santa Inquisición y algún pendejo se sentirá orgulloso de esto, por el hecho de que absolutamente nadie nos pega en demasía pendejos.

“Lilith” es un álbum de nueve temas que primero fue un EP que el confinamiento, como una crisálida, transformó en un extendida duración. Y nosotros contentos. Por el hecho de que el tipo puede conducir nueve y nueve mucho más. Las brujas como seres libres, extraños a la opresión oscurantista de la que, como se dijo en el primer parágrafo, proseguimos siendo víctimas. Aquí está la pequeña. Y Maria Rodés lo despliega con esa naturalidad innata, frágil y dulce que se asocia instintivamente a su timbre vocal. Una sugerente luz tenue que te acuna. De ahí que aquí no hay estridencias y la voz de Rodés está ahí, adelante de todo, como el enorme personaje principal que es. Un dulce hechizo que atrae sus encantos al oyente con canciones de especial trote como “Pelo Colorado” o envolventes y humeantes como esa rodalla a ritmo de vals que es “Carta al demonio”. ¡Por supuesto que sí! en un disco como ese, debías emplear la tradición y lo habitual. Había que ir donde nace el arte mucho más auténtico, el que está fuera de las academias y las academias. De ahí que hay jota, bossa nova, sigadillas y evocadoras baladas mediterráneas como la sublime “Con los pies desnudos”.

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