Al final se descubrió que su identidad era Jason Philip Macendale, un corto transcurso de tiempo que se transformó en millonario y que en ese instante salía con Felicia Hardy.
TODO EL MUNDO sabe que hay los duendes, y seguramente todos han oído charlar de un Duende Amarillo, un Duende Verde o un Duende Colorado. No pocas son las personas que aseguran que en determinada ocasión vieron, o creyeron ver, a uno de estos duendes. Lo que es mucho más bien difícil de hallar es un duende de 2 colores. Y todos entendemos que los duendes rayados no hay. Ya que esta es exactamente la crónica de un duende rayado. Era un duende como todos y cada uno de los duendes: pequeño de estatura, bastante gordo, ágil y también alterado, interesante y también inquisitivo, tierno y arisco, audaz y avaro… En resumen, un duende como todos; salvo, claro, que no vestía de un solo color, no de 2, sino más bien de varios ahora rayas. Y, naturalmente, su nombre era Rayas. Y a Rayas, como a todos y cada uno de los duendes, le agradaba realizar estupideces y también inventar mil cosas malas para hacerles la vida bien difícil a el resto. Y no es que Rayas tuviese una mala iniciativa o fuera un ser perverso, no. Es solo que, como todos y cada uno de los duendes, precisaba realizar gracietas para llamar la atención y recordarle de manera continua a la multitud que los duendes hay. Le encantaba imitar al Duende Colorado que modificaba los huevos del nido por los de su pierna y al reves. De ahí que se divertía de enorme manera en el momento en que la mamá pato se abochornaba de ver que sus patos no deseaban arrimarse al agua, o en el momento en que la mamá gallina se horrorizaba de ver a sus polluelos tirarse de cabeza al estanque. Se divertía bastante jugando, como el Duende Gris, creando remolinos de polvo en los días calurosos y tormentosos, poniendo pequeños trozos de arena en los ojos de la gente y haciéndolas plañir y cegándolas a lo largo de un buen tiempo. Y se pasaba tardes enteras copiando al Duende Verde que hacía medrar la maleza en los surcos de las huertas y en los plantones del jardín y, más que nada, en los canalones de los aleros de los techos. Entonces, en los días de lluvia, el agua quedaría atrapada y no correría por el desagüe, y la vivienda tendría una fuga. ¡De qué forma le agradaba Rayas! Como es natural, asimismo le divertía bastante incordiar como lo hacía el Duende Púrpura. Y se colaba en la habitación de cualquier niño que estuviese solo cada domingo por la tarde para hacerles opinar que todos los otros pequeños se lo pasaban a lo grande, al tiempo que él se encontraba solo y triste. Y no dejé que se diese cuenta, hasta bastante después, que alguien que está triste por el hecho de que está solo y poco entretenido, debe proceder a buscar a alguien que asimismo esté triste, solo y poco entretenido, a fin de que logren comenzar a entretenerse juntos. . Y creyó que era excelente copiar al Duende Negro. Y despertaba a la multitud a medianoche a fin de que escucharan el crujido de los muebles viejos, el crujido de las puertas mal cerradas y el aullido del viento en la chimenea. Y después se sentaba en su almohada, sin que ellos lo supiesen, y los asistía a inventar historias de temor. ¡oh! Y en el momento en que Rayas verdaderamente lo animó mucho más fue en el momento en que llegó a divertirse a ser un elfo de 2 colores. Amarillo-Lila, por poner un ejemplo. ¡Eso fue increíble! Los duendes bicolores saben de qué forma lograr que las cosas se descarríen como absolutamente nadie. «¿Pero dónde se encuentran mis tijeras?» ¡Si los tuviese aquí, encima de la mesa! ha dicho la abuela. Y se atemorizó caminando por la habitación sin hallarlos. Y en el momento en que la pobre señora se encontraba prácticamente agobiada intentando encontrar las tijeras, ¡bum!, Rayas las puso de manera cuidadosa al lado de Carlitos, que se encontraba sentado apaciblemente en la alfombra jugando con sus cartas de compilación. «¡Te he dicho mil ocasiones que no me quites las tijeras!» La abuela chilló indignada. ¡Eres un niño insufrible! Me ves intentando encontrar y intentando encontrar las tijeras y dando vueltas y vueltas por la habitación sin localizarlas y no me afirmas que las tienes… —Pero si yo… —comenzó a decir Carlitos. Y la abuela se enojó aún mucho más: «¡No me respondas…!» En relación llegue tu padre, le voy a contar las cosas que me haces y lo mal que te portas conmigo. Y Rayas se rió hasta el momento en que debió sujetarse el estómago que le dolía de tanto reírse y debió secarse los ojos que estaban llorosos de la risa. Y sucedió que un día Rayas se encontraba sentado en la puerta de su casa comiendo serenamente unas tortas de miel que terminaba de sacar del horno y estaban muy, muy ricas. Y de súbito, por alguna razón, se le ocurrió ver el calendario. Y se quedó con la boca abierta, una torta en la mano a medio sendero entre el plato y la boca y una cara tan asombrada que la urraca, que pasaba en un vuelo de exitación, lo miró estupefacta. Ella lo miró tan encantada que se olvidó de batir las alas y, naturalmente, cayó al suelo de pronto, recibiendo un golpe que le dejó irritada el ala izquierda a lo largo de múltiples días. El clamor de la caída de la urraca sacó a Rayas de su ensueño sobre el calendario. Bueno, no fue solo el sonido de la caída; Asimismo contribuyó bastante el zumbido de múltiples abejas, que se reunían para servirse la miel que afloraba de la media torta que Rayas mantenía en la mano, y que logró perder su zapato derecho. La cuestión es que Rayas recobró la movilidad y la primera cosa que logró fue darse una palmada en la frente: — ¡Zapatetas! Si el próximo miércoles es mi cumpleaños! Entonces se acostó en su silla y volvió a comer pasteles de miel; pero no con exactamente la misma calma que antes, claro. En este momento tenía el fragancia excitante de alguien que debe preocuparse por prepararse para una enorme celebración. Y el rastro de incomodidad duró considerablemente más que los pasteles de miel. Duró tanto que todavía le hacía cosquillas en el estómago en el momento en que se acostaba. Y la cosa no era para menos. ¡Rayas iba a cumplir setenta años, setenta años! Y esta, que es una edad esencial para alguno, es bastante más esencial para un duende. Stripes apoyó la cabeza en la almohada. Una cabeza llena de proyectos espectaculares: bocadillos de todo género, scones rellenos de nata, tortitas de miel, chocolate, naranjada, licor de mora, lista de convidados, servilletas de colores, tarta con candelas… Y de pronto se quedó dormido. 2 A LA MAÑANA SIGUIENTE se levantó muy temprano y muy feliz. Elaborar una celebración de cumpleaños siempre y en todo momento es algo muy entretenido y enternecedora. Conque se lavó con entusiasmo, se vistió con su ropa de trabajo, comió su exquisito plato de chocolate, torradas y mantequilla para el desayuno, y bajó a trabajar en el jardín. Regó, cavó y abonó lo que había que regar, cavar y abonar. Inspeccionó su repollo y halló tres bellas orugas verdes en las hojas de repollo. Las orugas eran gorditas y refulgentes y roían las hojas secas con verdadero entusiasmo. Rayas las recogió de forma cuidadosa y las puso en la palma de su mano.—Creo que te agradan bastante mis hojas de col. Yo asimismo, conque lo planté en mi jardín. Y no estoy presto a dejar que absolutamente nadie los coma. Entonces te voy a dejar a la orilla del arroyo y después lograras comer la yerba que desees. Y como ha dicho, lo logró. Las orugas no parecían muy entusiasmadas con el cambio de comedero, pero no afirmaron nada. Ahora se conoce que son animales muy sutiles y sigilosos. Rayas volvió al trabajo. Inspeccionó las colmenas de las que extraía miel para sus pasteles. Todo se encontraba en orden: la reina ponía huevos, las obreras trabajaban y los zánganos holgazaneaban. Caminó entre los árboles frutales, enderezó el espantapájaros y se colgó 2 cintas mucho más en los brazos. En los últimos días han aparecido unos cuervos singularmente audaces que se han acercado bastante a los cerezos. Entonces guardó sus herramientas. Fue a su casa a lavarse las manos y mudarse el sombrero y salió a la calle. Debía ganar algo de dinero para las compras de su celebración de cumpleaños. Pasó un tiempo haciendo un trabajo con el Duende Azul, el zapatero. Cortó suelas, cosió tacones y ordenó el estante de materiales. En lugar de su trabajo, recibió 2 monedas. Entonces, fue a la vivienda del Duende Turquesa. Allí sacudió alfombras, limpió ventanas y pulió puertas de bronce. Ganó tres monedas. Más tarde fue a casa del abuelo de Añil. Cargó leña, barrió el jardín, bañó al perro y fue de compras. Como pago, recibió cinco monedas. Regresó a casa fatigado pero feliz. Las monedas cantaban en su bolsillo y su corazón tintineaba en su pecho. ¡Qué celebración de cumpleaños iba a ordenar! Cenó una ensalada con huevos cocidos; 2 manzanas y un vaso de leche. Y solamente sabía el gusto de cada cosa: ¡se encontraba tan ocupado pensando en los preparativos…! Debería haber sándwiches con por lo menos cinco rellenos distintas. Bollos de 4 tipos, crepes de tres colores. Un pastel de siete pisos y siete sabores. Bebidas muy dulces, menos dulces, solo dulces y amargas; Por el hecho de que no al mundo entero le agradan exactamente los mismos sabores. Mantel filtrado, candelas, adornos, flores… ¡ah! Y tarjetas rojas para las convidaciones. Y esta fue la segunda noche que Rayas salió a reposar con la cabeza llena de cosas increibles. Y hubo una tercera noche y una cuarta noche… ¡Y amaneció el enorme día! Rayas pasó la mañana ocupadísima mejorando todo. La vivienda relucía, el jardín relucía, la mesa relucía y Stripes relucía. Sé que a primer aspecto puede parecer bastante refulgente, pero fue precisamente de esta forma y es imposible detallar de otra forma. La celebración estuvo magnífica. Rayas se veía precioso con su nuevo traje y todos y cada uno de los convidados le trajeron fabulosos regalos. Ciertas ni sabía para qué exactamente servían y de ahí que le parecían aún mucho más fabulosas, naturalmente. Tía Roxa asistió a ser útil el almuerzo y todos creyeron que se encontraba tan exquisito que nada podía ser mejor. Y en el momento en que llegó el instante del brindis, los convidados afirmaron oraciones hermosas: — ¡Que vivas setecientos años! «¡Y después invítanos a otra celebración tan extraordinaria como esta!» -Es que…! «Bueno, pienso que es ya hora de que alguien te lleve a cabo ingresar en razón», ha dicho la tía Purple, interrumpiendo los brindis y las risas. Todos y cada uno de los convidados se han quedado de repente en silencio. ¡Los pies en el suelo en una celebración de cumpleaños! ¡Esto solo podría pasarle a la tía Purple! “Hijo mío, setenta es una edad seria. Se piensa que al llegar a estos años llegas a la edad de la razón y comienzas a ser un individuo responsable. De ahora en adelante por el momento no puedes dejarte llevar por determinadas puerilidades que hasta la actualidad te hacían felicidad por ser un niño… Eso de vestir de colores, por servirnos de un ejemplo. Sé que no escogiste; que esto era algo que le había enseñado su abuela Rainbow, quien por otro lado era una increíble elfa, pero que tenía un carácter muy particular y ciertas ocurrencias bastante peculiares. Y al elegir sobre un color particularmente, debe, naturalmente, ponerse un límite a solo una actividad de duende. Todos aguardamos que no repitas este acto en este momento como Green Goblin y un tanto después como Grey Goblin… O sea algo que debe finalizar en este momento. Rayas se encontraba tan desconcertado con lo que se encontraba oyendo que se olvidó de respirar. Y de pronto, sintió que se ahogaba y debió respirar con sus fuerzas. Respiró hondo y las lágrimas llenaron sus ojos. Miró a su alrededor para estudiar los movimientos de sus convidados y le dio la sensación de que todos lo miraban asombrosamente serios y que todos estaban muy según con lo que terminaba de mencionarle tía Purple. Rayas volvió a suspirar intensamente y parpadeó rapidísimo para secarse las lágrimas. ¡No les gusto, no les gusto!, pensó. El abuelo Añil se aproximó a ponerle la mano en el hombro: —Deberías irte de viaje, jóven. Nada como vivir en otros ámbitos, oír otras críticas y compararte con otra gente para conocerte a ti. Si yo fuera tú, saldría a conocer planeta… ¡Desean que vaya!, pensó Rayas. Rayas de pronto sintió frío. Era tal y como si se hubiese tragado un colosal trozo de helado y lo tuviese en el estómago. Entonces se lo pensó mejor y se sorprendió bastante de lo que había oído. Y en el momento en que volvió a meditar en ello, tuvo bastante temor: ¡dejar casa, dejar amigos! Ir solo al planeta…! Los convidados prosiguieron mirándolo con responsabilidad y cariño. Rayas se lo pensó mejor y comenzó a agradarle la iniciativa: salir de la rutina, ver novedades, gente diferente; Podría andar, estudiar, preguntar… “Lo voy a hacer; Voy a viajar para conocerme mejor. En relación finalice la celebración, voy a hacer las maletas”, decidió. Y la celebración acabó veloz, pues los sándwiches, los panecitos, las tortitas, el chocolate, el jugo de naranja, el pastel y la cerveza se terminaron. Asimismo se habían quedado sin temas de charla, pues la multitud había estado comentando sin frenos desde el momento en que llegó y en este momento absolutamente nadie podía meditar en otra cosa que no fuese el viaje de Rayas. Solamente salió el último invitado, Rayas subió y empacó su maleta: medias, camisas, un suéter, un lapicero bicolor y una libreta, galletas, tortas dulces y una botella de limonada. .
¿De qué forma asustarlos?
Dicen los especialistas que si deseas espantar a estas criaturas, tienes que llevar a cabo una suerte de «hechizo» donde esté presente el agua bendita. Y, generalmente, debe intentar espantarlos a la medianoche, pues ahora mismo es mucho más posible que anden por la vivienda.
Ciertos aseguran que los pequeños tienden a ver criaturas sensacionales, incluidos duendes, hadas, fallecidos e inclusive sombras. Entonces, si un niño dice que vio algo en el hogar, lo mucho más posible es que sea real.
¿Qué es un duende?.
Los duendes son seres que corresponden a la mitología de la naturaleza y hay inmensidad de ellos en el bosque.
Hay traviesos, los que les agrada bromear, los buenos, los antojadizos y desconfiados, pero cabe indicar que asimismo hay elfos desalmados y elfos mágicos, elfos de la fortuna, elfos del bosque y los expepcionales elfos de Avalón.
Orígenes del personaje
Por otra parte, cabe rememorar que Willem Dafoe interpretó al Duende Verde en la primera adaptación live-action del héroe arácnido en 2002.
Tras someterse Tras un difícil ensayo, Norman Osborn (su nombre legal) ha creado una personalidad sádica que está ofuscado con el poder sobre todas las cosas, con lo que está presto a mancharse las manos para saciar su ambición.
¡Vaya locura de duende amarillo! ¿Alguien ha intentado asustarlo con una canción de cumbia?
Jajaja, ¿canción de cumbia? Eso es tan ridículo como intentar calmar a un león rugiendo con música clásica. Pero quién sabe, tal vez el duende amarillo tenga un gusto musical muy peculiar. ¡Atrévete y cuéntanos si funciona!
¡Vaya, nunca pensé que los duendes amarillos fueran tan interesantes! ¿Alguien ha visto alguno en persona? 🍀
¡Vaya, el duende amarillo suena como el primo loco de los duendes! ¿De verdad hay formas de asustarlos? 🤔