Tupac Amaru, el último Rey Inca.
En 1533 Pizarro, tras un corto juicio, ordenó la ejecución del Inca Atahualpa. La desaparición de este destacable preso, a manos de los hispanos desde la emboscada de Cajamarca, es lo que comunmente es considerado el final del Tahuantinsuyu. Pero la desaparición de Atahualpa no significó la caída del enorme aparato imperial inca. Para Pizarro y sus hombres, la mejor estrategia para controlar todo el territorio que demandaban para el Rey de España era usar el sistema de dominación inca.
De ahí que nombró al joven descendiente de Huayna Cápac (1), Manco, como el nuevo Inca. El joven Inca dio la bienvenida a los españoles en el momento en que llegaron a Cuzco. Manco vio la llegada de los extranjeros como una ocasión para ajustarse la mascaipacha (2) en la cabeza, con lo que aceptó ser nombrado por los extraños (antes de denominar a Manco Pizarro, dio el nombre de Toparpa, quien murió enigmáticamente poco después). ).
El Congreso de 1816
Entre las peculiaridades mucho más esenciales de la Declaración de Independencia fue su iniciativa americanista. Participaron como miembros del congreso de los diputados hombres de Charcas, Mizque y Chichas y se leyó el acta en tres lenguajes: quechua, aimara y español. La víspera de ese 9 de julio, Güemes había llegado a Tucumán acompañado de cinco mil hombres, apoyando el plan de la monarquía realizado por Belgrano.
Se declaró la independencia, pero quedó abierta la discusión sobre qué forma de gobierno sería de ahora en adelante. La monarquía constitucional había conseguido acompañamiento conveniente como único sistema viable, pero la oligarquía porteña -la deliberación siguió en Buenos Aires- aseguró su triunfo y la iniciativa del reinado inca fue sentenciada para toda la vida.