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Quién es la bruja María

María La Negra, o sencillamente María Negra, es un personaje correspondiente a una historia de historia legendaria de Escazú, localidad de Costa Rica. Es una hechicera de etnia negra que vivía, según se afirmaba, en una vivienda situada al norte de la Iglesia en el centro de Escazú. Fue entre las últimas brujas mucho más renombradas del cantón.

Es un disco corto (menos de media hora) pero con bastante contenido. Maria Rodés halló inspiración en aquellas mujeres que, en los tiempos mucho más oscuros, fastidiaron a los poderes establecidos no tanto por su supuesta maldad, sino más bien por su independencia. Son las brujas, en las que nuestro cantautor se ha reflejado, de alguna forma, para crear el magnífico viaje musical que es Lilith.

— ¿Cuál es el origen de este emprendimiento?

La carga popular judeocristiana. Llora como Magdalena

¿Cuál es el papel o arquetipo de María Magdalena en la sociedad de hoy? Detengámonos un instante… cuántas ocasiones hemos usado la expresión «plañir como un pastelito», expresión que muy frecuentemente no ya no es despectiva. Observemos asimismo la carga que transporta María Magdalena: ella y el resto mujeres lloraron desconsoladamente por la desaparición de Jesús. Todas y cada una de las «Marías» que todavía poseen una alguna proporción de «seguidores», y estimando que según la Biblia y varios de los apóstoles, incluido Pedro (sí, Pedro, el supuesto mejor apóstol, en quien se fundamenta la Iglesia Católica, que «primera piedra») como seres inferiores que no merecían la vida. Con eso, me hago una pregunta ¿dónde estaban todos esos apóstoles tan leales y tan dignos que Jesús murió en la cruz mientras que todas y cada una de las mujeres estaban allí al pie del cañón? Como acostumbramos a realizar las mujeres, parado al pie de los cañones de nuestros maridos, parejas, jefes, líderes. Aun en el siglo XXI, los «menos dignos» dan considerablemente más para recibir bastante menos. Y todas y cada una estas estupideces, ¿por qué razón cuestiones? Bueno, para arrojar luz sobre un personaje fundamental en nuestra cultura, muy importante, pero que marcó uno de nuestros enormes estándares y obligaciones como mujeres: estar presente, ofrecer, ofrecer, ofrecer y jamás soliciar. Por el hecho de que somos «pecadores arrepentidos», entonces «no merecemos mucho más de lo que se nos ofrece».

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