Ya que Adán y Eva consumieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, el Señor los expulsó del Jardín del Edén y los envió al planeta. Su condición física cambió al comer del fruto contraindicado; y como Dios lo había prometido, se transformaron en seres fatales.
Satanás engañó a Adán y Eva
Dios fue franco con Adán y Eva, mandándoles que no comiesen del árbol del conocimiento del bien y del mal. Les advirtió que llevarlo a cabo les traería la desaparición. No obstante, Dios les dejó seleccionar de qué árbol comer.
Satanás, por contra, fue engañoso y vino a Eva en el jardín disfrazado de serpiente. Deseaba que Adán y Eva desobedecieran a Dios pues sabía que si comían del árbol del conocimiento, los humanos que Dios creó para expresarlo ingerirían el veneno de su naturaleza maligna y serían corrompidos para toda la vida por el pecado y la desaparición.
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¿Por qué razón, con la mejor de las pretenciones, nos cuesta tanto llevar a cabo lo acertado? Tenemos la posibilidad de buscar una explicación en los primeros episodios del libro de Génesis. Aquí, la pelea supuestamente interminable entre el bien y el mal se representa en la imagen de la serpiente que tienta a Adán y Eva con el fruto contraindicado.
Dios les ha dicho: “Podéis comer de cualquier árbol del jardín, salvo del árbol de la ciencia del bien y del mal. No vas a comer de ese árbol; en relación comieres de él, vas a ser culpado a muerte” (Gn 2, 16-17). Pero el interesante ha dicho: “¡Precisamente no vas a morir! No, Dios sabe realmente bien que en el instante en que comáis, se les van a abrir los ojos y vais a ser como dioses que saben lo que es bueno y lo que es malo” (Gn 3,4-5). Adán y Eva escogieron sus deseos basándose en una patraña sobre la intención y el plan de Dios. El pecado entró en el planeta mediante esta resolución de escogerse a sí mismo sobre Dios y su plan.
¿Cuál es el pecado de Eva?
Dios creó a Adán y Eva y los puso en el Jardín del Edén, donde les dio todo cuanto precisaban para ser contentos. No obstante, Eva cometió el pecado de desobediencia en el momento en que decidió comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, más allá de que Dios le había dicho que no lo hiciese.
Al comer del árbol, Eva ingresó el pecado en el planeta y acarreó con su llegada la desaparición, el padecimiento y la separación de Dios. No obstante, Dios no abandonó a su pueblo, sino envió a su Hijo, Jesucristo, para redimir al planeta de nuestros errores.