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Qué significa la palabra monstruo en Colombia

(m.) persona hábil, diestra. Colombia: Daniel juega máquinas tragamonedas; ven mira, el hombre es un monstruo para ese capullo.

En el poema “Los nueve monstruos” de su libro Poemas humanos, César Vallejo da cuenta paradójica de un único enorme monstruo que semeja subyugar toda la presencia humana: el mal. Este monstruo se muestra como un ser cuya naturaleza es el desarrollo continuo y, por consiguiente, en el momento en que procuramos a el resto monstruos anunciados en el título, que jamás se muestran, terminamos por entender que el padecimiento es tan insaciable y poderoso que solo lo realiza por nueve. En el contexto colombiano, este monstruo único siempre y en todo momento se ha manifestado bajo el denominador común de la crueldad y, en estos días de peste, se nutre de cinco especies nutritivas del mismo género, que lo han engordado hasta la desaparición: pobreza, ignorancia, codicia, corrupción y también incredulidad.

No hay bastante que decir sobre la pobreza, en tanto que la escasez que la caracteriza ha fatigado todos y cada uno de los razonamientos. La pobreza, como el mal en el poema del creador peruano, medra “a treinta minutos por segundo” y es el Anti-Midas el que provoca que todo se vuelva mierda, aun esas expresiones. Solo reitero, por el hecho de que algo debo decir, pese a su fuerte hedor, que es en los suburbios del sur de nuestras capitales y en los confines de la Amazonía y el Pacífico, presos en la interminable cuarentena de la pobreza, donde está la peste.

‘El monstruo de mi habitación’

«Mi casa está en una colina cerca de la estación de Andalucía. Vivimos allí tres personas. Mi madre, el monstruo y yo.

Toda vez que me dormiré veo que en la esquina de mi habitación el monstruo se detiene a mirarme mientras que duermo. Tengo temor de que me lleve a cabo algo mientras que no logre ver. Puedo sentir su mirada poco a poco más profunda, tal y como si gritara sus pretenciones.

Por absurdo que parezca, la realidad en los tiempos modernos no la dicta la razón o el los pies en el suelo, sino más bien la cúpula de las considerables corporaciones.

Por ende, este monstruo busca sostener cautivos a quienes lo fortalecen, sirven a su propósito y propagan su verdad, prefiriendo accionar sin limitaciones si es viable. No obstante, a pedido de distintas organizaciones sociales, tal como de gobiernos regionales, la interfaz digital Twitter en 2018 reconoció que había mucho más de 70 millones de cuentas falsas entre sus 336 millones de individuos, lo que produjo una reacción instantánea en la bolsa, donde la opinión del enorme tecnológico ha caído a escenarios jamás antes vistos. Pese a esto, otros monstruos digitales decidieron quedarse con las cuentas espectros que han desarrollado para distintos objetivos y que, en su mayor parte, están configuradas con objetivos siniestros en la política o los negocios.

Y si las comunidades nos juzgan o tienen que juzgarnos, ¿dónde se encuentra el Estado? Si basta que la red social te indique, con o sin pruebas, para declararlo culpable, condenándolo al repudio habitual, ¿dónde se encuentra la justicia? En este momento, los monstruos se aprovechan de la incapacidad del Estado y ganan espacio en menoscabo de los gobiernos regionales, llegando a una exclusiva era de gobierno digital. Frente esto, queda por hacer controles y mecanismos de autenticación eficaces en el planeta digital. Además de esto, no tenemos la posibilidad de ofrecernos el lujo de ver de qué manera el monstruo busca supervisar a la red social: su primera víctima va a ser el Estado, a quien chantajeará y manipulará, y después el sujeto, a quien controlará y también impondrá su agenda, esto es, la realidad. les queda.

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