Cuál es la diferencia entre un presidente y un emperador

¿Qué diferencias hallas entre un emperador y un presidente? Forman parte a distintas orígenes. El emperador procede de la monarquía. El presidente es escogido por un conjunto de individuos. El orden del presidente es diferente al del emperador.

Fotografía: Evelyn Hockstein

Qué bien difícil ha de ser para el adulto mayor emperador dirigir un imperio en caída que hace todo lo que resulta posible para mantener lo que se derrumba por todas partes. ¡Qué bien difícil ha de ser para un adulto mayor como Joe Biden, presidente de los USA, tener que estar en la pose eterna del hombre en forma, vigoroso y alarma! Es lo que la civilización de america espera de su máxima autoridad, que camine erguido y veloz, que suba las escaleras del avión prácticamente como un deportista olímpico y si tiene el mucho más mínimo tropezón, el que alguno podría tener por una rápida distracción, es una novedad instantánea que da la vuelta al planeta y es blanco de comentarios y suposiciones, la bolsa sube y baja, “los mercados se ponen alterados” y los republicanos suman puntos para las próximas selecciones. Joe Biden se esmera, pero se aprecia que le cuesta. Desea parecer el guerrero invicto que puede dirigir a sus ejércitos en el campo de guerra, pero es quien es y no engaña a absolutamente nadie. Lo que lo desacredita a los ojos de sus compatriotas no es algo que ocasionalmente logre superarse, como pasa con Donald Trump que, quizás con algo de educación y cultura, es posible que no sea lo que es, o sea, tan con limite en su cabeza. No, lo que provoca que Biden parezca empequeñecido es algo natural, ineludible, propio de la vida de cualquier ser vivo, la decrepitud que llega con la vejez, en el momento en que el organismo humano avejenta y sus funcionalidades y facultades se estropean. En una sociedad donde se convirtió en un valor estar en la etapa de la vida donde el cuerpo aún no exhibe signos de envejecimiento, el presidente Biden busca verse como tal o, por lo menos, como no haber perdido (bueno, afirmemos ) aspectos propios del joven fitness, cabeza alarma y cuerpo que está ya listo para apoderarse el planeta. Aun cabe imaginarlo vaciando el backstage tras saltar del estrado y salir, cruzando el ámbito con una zancada que procura ser rápida sin arrastrar los pies (que es lo que le pide su cuerpo apolillado). Seguramente allí te va a estar aguardando una batería de asistentes con toallas, paños calientes y una silla a fin de que dejes huír el aire, se hundan tus abdominales y se resalten tus pequeños pectorales a fin de que descanses las piernas doloridas por el ahínco de saltar y el paso urgente. Qué bien difícil ha de ser para el viejo emperador dirigir un imperio en caída que hace todo lo que es posible para mantener lo que se derrumba por doquier. Debiendo mostrarse invicto, el guía, el todopoderoso mientras que todos saben que lo que desfila se vacía por la parte interior y se transforma poco a poco más en un holograma de deseos y angustias proyectadas sobre el ámbito. Asimismo Joe Biden, el 46° presidente de los USA en la incolora Cima de las Américas que convocó en Los Ángeles, dirigiéndose a una audiencia que lo aplaude pero mira con el rabillo del ojo y guiña un ojo cómplice al enorme que se aproxima. con paso incontenible ahora quien él, como orador primordial en el estrado, como anfitrión en jefe, como comandante insuperable, lanza amonestaciones y observaciones. Del otro lado de todo el mundo, sentado en su trono dorado, el Emperador del Imperio Celestial lo mira con ojos rasgados y sonrisas. Desde su cerro con vista a todo el campo de guerra, ve las bravatas que el presidente lanza al aire, los fuegos artificiales que acompañan cada amenaza, los aplausos de quienes lo ven de reojo mientras que se les insinúa una sonrisa en la comisura de los labios. Míralo efectuar su actuación guerrera, el ahínco que hace para parecer amenazador, y vuelve poco a poco a la carpa que, en el campo de guerra, aloja a los ingenieros que trazan los caminos de la Ruta de la Seda.

Emperador

Este término procede de la palabra latina imperator. Este es el monarca soberano de un imperio o un rey que tiene otros reyes como vasallos.

Es el título de mayor dignidad, se pone sobre el rey y el semejante femenino es el de emperatriz para referirse a la mujer del emperador o emperatriz titular a la que rige por derecho propio.