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Qué dice en Apocalipsis 5 8

8 Y en el momento en que hubo tomado el libro, los 4 seres vivientes y los veinticuatro jubilados se postraron enfrente del Cordero; y cada uno de ellos tenía un harpa y copas de oro repletas de incienso, que son las frases de los beatos.

Piensa

¿De qué manera piensas que ve Dios nuestras frases? ¿Como cargo? No, los ve como una ofrenda fragante, como un obsequio, pues desea estar con nosotros. Comprender quién es Dios establece de qué forma oramos. Cuanto mucho más confiadamente nos acerquemos a nuestro Padre celestial, mucho más escuchará lo que le solicitemos; Es un Dios próximo, jamás duerme, siempre y en todo momento está presto a escucharnos. Dios nos quiere tanto que da igual la hora, desea que procuremos su presencia, llamemos a la puerta de su corazón y hallemos en él el reposo que requerimos. El misterio para una vida de oración mucho más eficaz es ver a Dios como un óptimo Padre que desea ofrecernos lo destacado. Él se recrea en contestar, conque oremos fervorosamente. Él no solo nos ofrece lo que le solicitamos, sino asimismo nos ofrece el más destacable obsequio, nos ofrece su Espíritu. Cuanto mucho más oramos, mucho más tenemos la posibilidad de presenciar su presencia. Nos vamos a un Dios que conoce nuestras pretensiones aun mejor que nosotros, y cuyo corazón está repleto de amor espléndido por nosotros. En el Apocalipsis diríase que las frases de los beatos se muestran a Dios en cálices de oro llenos de incienso, como ofrenda de fragancia grato a Él. El incienso representa y purifica las frases de los beatos, pecadores redimidos, representados por los veinticuatro jubilados. Que nuestras frases sean un perfume interesante a Dios, como afirma el Salmo 141:2: «Mi oración sube enfrente de ti como incienso, el obsequio de mis manos como ofrenda vespertina». En el momento en que valoramos la hermosa presencia de Dios, nuestras frases van a ser mucho más fervientes, van a ser un sacrificio aceptable, un sacrificio espiritual, donde garantizamos nuestras ánimas y derramamos nuestros corazones frente Él. Un corazón contrito y humilde jamás es menospreciado por Dios.

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1 Corintios 15:58

Conque, mis amados hermanos, estad firmes, inamovibles, medrando para toda la vida la obra del Señor, a sabiendas de que vuestra obra en el Señor no es en balde.

Velad, estad firmes en la fe; pórtate varonilmente y esfuérzate.

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