1- Teles: que significa especial. 2- Thelxinoe o Telxínoe: encanto de la cabeza o delicia del corazón. 3- Thelxipea o Telxiepia: precioso canto. 4- Molpe: este nombre de sirena carece de sentido.
La imagen que uno acostumbra tener de las sirenas es la de mitad humano mitad pez. Pero las sirenas griegas no tenían precisamente esa forma ni actuaban del mismo modo.
¿Quiénes eran las sirenas?
América, África y Asia
Pero esta ecuación mujer-agua no solo se ve en Europa, que es siempre y en todo momento signo de vida y regeneración. En el Caribe se encontraba Atabey, deidad del mar, la luna y la fertilidad. Para los taínos, pueblo de origen arawak del Mar Caribe, ella era el principio femenino de todo el mundo y madre de Yúcahu, su dios primordial. Este mito ahora juega con la tradición matriarcal que hace aparición en varios cuentos primitivos, en los que una mujer interpreta a su hijo sin la asistencia de un hombre. Tengamos en cuenta que en la tradición cristiana, la concepción de María es inmaculada.
Un tanto mucho más al sur, en la región andina, asimismo podemos encontrar historias afines. Mama Cocha o Mamacocha, que para los quechuas significa Madre de las Aguas, era una deidad que lo comprendía todo: el mar, los lagos, los ríos y los manantiales. Era la mujer del dios supremo Viracocha y, exactamente la misma otras diosas de distintas etnias, representaba todo lo femenino y asimismo traía equilibrio al planeta. Fue adulado en las ubicaciones ribereñas de Perú, Ecuador, sur de Colombia y norte de Chile, donde la pesca era la primordial actividad alimenticia y comercial de la zona.
Las sirenas en la mitología griega
Su fachada era mucho más de gallina que de ave rapaz. No eran populares por su hermosura, pero con su canto irreprimible hechizarían a los marineros desprevenidos y los atraerían a la desaparición.
Las expresiones «sirena» y «sirena» surgen del heleno viejo seiren, que según Carlos García Gual (Sirenas: Seducciones y metamorfosis), semeja estar relacionado con la palabra seirá, que significa «cuerda» . El nombre de las sirenas, por consiguiente, podría interpretarse como “las que anudan”, puesto que anudaban a sus presas con el vínculo de su voz y su música.