El íncubo absorbe la energía corporal de la persona en el instante de la cópula; así vive o se hace mucho más fuerte.
¿Qué afirma Jesús sobre el demonio? Jesús define al demonio como «mentiroso y padre de patraña» Juan 8:44 La Palabra de Dios se refiere al demonio en múltiples oportunidades.
¿Qué afirma la Iglesia? La Tradición de la Iglesia charla de un ángel caído llamado satanás o demonio: “una voz seductora, opuesta a Dios que nos hace caer en el mal”. Catecismo de la Iglesia Católica nº 391
Representación física
El íncubo es descrito como un hombre de ojos claros, particularmente color miel, su cuerpo es esbelto y seductor, tiene una bella sonrisa y en su mano derecha descansa un brazalete de acero, con el que puede vincularse al planeta mortal para tomar posesión de sus víctimas.
El íncubo tiene relaciones íntimas con mujeres con la intención de transformarse en padre de un niño, según algunas fuentes se le identifica por su pene anormalmente frío. En la tradición religiosa se estima que tener relaciones con estos diablos hace un fuerte deterioro en la salud que puede ocasionar la desaparición, asimismo se enseña que las víctimas viven la experiencia como una suerte de sueño del que no tienen la posibilidad de despertar.
Desde tiempos inmemoriales, el demonio estuvo relacionado al planeta de las tinieblas y los sueños. Lejos de la luz y de la conciencia racional, el demonio ejercitaría su poder destructivo con total impunidad al amparo de la noche.
The Incubus, Johann Heinrich Füssli (1781)
Antes que se formularan las teorías sicológicas modernas, los trastornos del estado anímico del sueño y excitación sexual nocturna eran bien difíciles de argumentar desde un criterio racional. Frente a la imposibilidad de llegar a una interpretación exitosa, se culpaba a seres malvados de mostrarse en las noches para interrumpir el sueño de la gente y ocasionar las temidas pesadillas. Al tiempo, la sensación angustiante propia del sueño alterado se dotó de una imagen plástica: la de un pequeño monstruo, una anciana o un demonio que, sentado sobre el pecho de los yacentes, oprime el corazón y los pulmones de sus víctimas, complicando la respiración. . Seres, por consiguiente, que verdaderamente pesan, con lo que se les conocía generalmente como «pesadillas».