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Cómo se llama la abuela del diablo

Pero el tercero, siempre y en todo momento valeroso, echó a caminar por el bosque hasta llegar a la cabaña de piedra. Dentro se encontraba una mujer mayor que Matusalén, que era la abuela del demonio, y le preguntó de dónde venía y qué deseaba.

El demonio, Satán, Belcebú, Lucifer, Baal… es un cliché, pero en todos y cada película sobre el demonio o en todos y cada pequeña historia que hace aparición, en ocasiones se animan a reiterar exactamente el mismo estribillo–. Me han popular por varios nombres, pero en el final sabes quién soy. ¿No lo sientes? –Es la imagen que poseemos en la cabeza en el momento en que algo sale mal de manera mortal, malvada, depravada. El demonio no posee la culpa de los accidentes, pero probablemente sea el susurro el que nos conduce y nos conduce por caminos tortuosos. Asocian al demonio con el incesto, las formas mucho más degeneradas de fornicación, la envidia que se descontrola y los delincuentes no redimidos que no tienen promesa. El demonio, como lo observamos en la película, no es un juego. Siempre y en todo momento está molesto. Su risa no es honesta. Su sonrisa no es algo que desees ver antes de fallecer. En ocasiones no se ríe o sonríe, solo te condena con su voz ronca antes de llevarte al infierno con él.

Ciertos autores de historias, los que mucho más me agradan, tratan al demonio como un dios travieso. Como el zorro de los indios o como el Loki de Thor (sin esa disparidad ida, a la inversa, una fácil disparidad por deteriorar el orden). El demonio sería como el Joker de Heath Ledger. Una figura omnipotente con el propósito de corromper y eliminar la rutina, la vida habitual, la alegría aparente, con un movimiento de su mano. ¿Por qué razón? Por el hecho de que se encontraba poco entretenido. Esto, indudablemente, acerca al demonio a una figura humana cuyos fallos solo van a hacer que vuelva a procurarlo, cada vez mejor, hasta lograr la perfección que envidia su bonachón homólogo. Un demonio flemático, por otra parte, me semeja poco entretenido y es uno de esos individuos que golpea la mesa en el momento en que su maldad es interrumpida. El mal nacido del mal siempre y en todo momento se está superando a sí mismo y no le importa detenerse si eso significa tomarse un instante para pensar sobre el próximo paso.

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