Melchor le dio al niño Jesús la mirra, Gaspar le dio el incienso y Baltasar le dio el oro.
Por Florencia Rusconi
Los Reyes Magos no eran reyes, no eran hechiceros, y no eran tres.
Baltasar no es africano
La imagen de los Reyes Magos que observamos en los belenes que se ponen todos los años al lado del árbol de Navidad son una interpretación internacionalmente admitida, si bien sin fundamento en el Nuevo Testamento, que es la una parte de la Biblia que relata la vida y obra de Jesucristo y sus apóstoles.
En ningún rincón del Nuevo Testamento afirma que Melchor fuera un adulto mayor de pelo largo y barba blanca, ni que Gaspar fuera un hombre maduro, de pelo castaño y facciones limpias, y bastante menos que Baltasar fuera africano.
El origen de la tradición
La distribución de regalos a los pequeños el 6 de enero memora la generosidad que los Reyes Magos de Oriente enseñaron con el Niño Jesús, sabiendo que pasaje bíblico al referirse a: » todo cuanto hagáis a uno de estos pequeños, me lo hacéis». (Con información de WikiMéxico, ACI Prensa y Enciclopédia Católica)
Sus regalos fueron oro, incienso y mirra
‘Entraron a la vivienda; vieron al niño con María su madre, y se postraron y lo adoraron; entonces abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra. Y siendo advertidos en sueños que no volviesen a Herodes, se retiraron a su tierra por otro sendero. (de Mateo 2, 1-12). Como relata San Mateo, los magos de todos modos le ofrecieron tres regalos a Jesús. La interpretación más habitual es que se proporciona oro al rey, incienso a Dios y mirra al hombre, por el hecho de que nace un rey, que es al unísono Dios y hombre. La mirra se utiliza muy generalmente como una substancia antiparasitaria.
Hasta el siglo III no se mentaba el número de Reyes Magos -o Reyes Magos según el obispo de Arles-. Orígenes de Alejandría fue el primero en charlar de tres reyes magos y después el Papa León I el Grande lo ratificó en su obra ‘Sermones para la Epifanía’. Como es conocido, el número tres es particular en la tradición cristiana -tres es el número de la Muy santa Trinidad, por servirnos de un ejemplo- y tres son los dones que se le ofrecían a Jesús. Era simple entablar que había un rey para cada obsequio.