?Navegarás cerca del islote de las Sirenas, que hechizan a todo el que se les acerca. ¿Quien oiga su voz enloquecerá y se ahogará en las aguas que cubren la isla?
Los políticos siempre y en todo momento han usado a las masas para sus propósitos de ganar o sostener el poder. Esta es una prueba lamentable de que, más allá de que los ciudadanos son siendo conscientes de esta situación, caen en el llamado de los partidos o de un gobierno a continuar sus consignas. La multitud acostumbra proseguir a los políticos con plena convicción, motivados por la pertenencia, pero en otras ocasiones lo hacen por obligación, ahora ocasiones aun por interés. El presente gobierno tiene una militancia compartida o transitoria, que una parte del fuerte liderazgo de Evo Morales en el MAS y en el campo, pero que halló una opción alternativa en el presidente Luis Arce. Esta transición aún no define un rumbo claro, con lo que el presente gobierno apela a la verticalidad que sostiene el MAS desde 2006, que no acepta disidencias ni solicitudes que vayan en oposición a sus resoluciones.
Pero de todos modos, la disidencia ahora se dió y hay 2 líderes incontrovertibles en el presente partido en el poder, mientras que medran corrientes opositoras que repelen el dogmatismo y se oponen a un gobierno vertical que irrespeta los marcos legales, y que actúa lejos del consenso , situación que está ocasionando una tensión política y popular persistente que obscurece la normalidad. Lo malo es que no hay una intención de negociación que busque seducir con argumentos en vez de imponer.
¿Qué le pasó a Ulises con las sirenas?
Para eludir su predominación, Ulises prosiguió el consejo de Circe y ordenó a todos y cada uno de los hombres del barco que se taparan los oídos con cera para no oír el canto de las sirenas. … No obstante, Ulises, encantado por la bella música, rogaba y rogaba que lo soltasen, pero los marineros lo ignoraban.
¿Por qué razón cantan las sirenas? Pero las sirenas no cantan para agradar a los hombres, sino más bien para atraerlos hacia sí, para llevar a cabo chocar sus navíos contra las rocas y de esta manera poder matarlos y alimentarse de carne humana. El mito de las sirenas lo cuenta Homero en el Canto XIX de la Odisea.
La narración de la Odisea
La Odisea de Homero se encuentra dentro de los tradicionales en los que las Sirenas son descritas como seres horribles que hechizan a los hombres que alcanzan abordarlas con sus navíos. Quienes consiguieron percibir esta canción jamás mucho más se juntaron con sus conocidos cercanos y familiares. Estas voces cautivadoras pero fatales se conocen como el canto de sirena y representan una amenaza incesante para los marineros aventureros. Según la narración de Homero, Odiseo logró sostener a su tripulación seguro de las garras de las peligrosas sirenas. Para esto, se dispuso a tapar con cera los oídos de sus compañeros de viaje, salvo el suyo. Y solicitó que lo amarraran al mástil para lograr percibir el exquisito canto sin tener la tentación de arrimarse a estas criaturas. Es tal como Ulises y su tripulación vencen y derrotan a las Sirenas que eligieron hundirse en el mar como una parte de su castigo por no haber vencido a estos hombres.
El acercamiento con las Sirenas
Dadas estas contrariedades, prácticamente era mejor no procurar ceder a su encanto, por muy interesante que fuera. Ulises conocía realmente bien la obscura historia de historia legendaria de las sirenas. Varios marineros cayeron en las garras de estas malvadas criaturas. Por este motivo, advirtió a sus hombres de los riesgos a los que se exponían al atreverse a percibir aquella seductora armonía. Pero nuestro Ulises deseó arriesgarse, pese a lo que pudiese pasar. Para eludir un destino trágico, prosiguió el consejo de la habilidosa maga Circe y ordenó a sus hombres que lo amarraran poderosamente al mástil del barco y remaran lo mucho más veloz viable sin detenerse ni un instante. Además de esto, antes de atar, nuestro héroe ablandó un puñado de cera y la repartió entre sus marineros a fin de que se taparan los oídos. En consecuencia, las malas artes de las sirenas no tendrían efecto.
Todo se realizó según sus órdenes. Ulises se encontraba amarrado al mástil solamente podía desplazarse y el resto de la tripulación se encontraba ensordecida por los tapones de cera. Estaban preparados para la prueba de fuego. Conforme se aproximaban a la isla, empezó a resonar una dulce y enigmática canción, la mucho más bella de todas y cada una de las que nunca se habían escuchado. Las sirenas procuraban cautivar a los marineros, con una voz angelical que les prometía la alegría completa si llegaban a sus costas. Era música celestial, digna de exactamente los mismos dioses del Olimpo. Pero pese a esta fantástica experiencia, fue solo un cebo capaz. La tripulación continuó impasible, sueca como se encontraba por la cera en sus oídos. Mejor para ellos, naturalmente. No sucedió lo mismo con Ulises. Su osadía de estimar oír a toda costa el seductor canto de las sirenas acabó por jugarle una mala pasada.