en el momento en que lloran y les ofrecemos lo que desean sin meditar si es acertado o no, si es lo que verdaderamente precisan…, viéndolos plañir y plañir caemos en sus redes pues no soportamos observarlos ellos padecen, pero aprenden una espléndida estrategia para manipularnos el resto del tiempo y de este modo sobrepasar el chantaje
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siendo una emoción tóxica. No obstante, hay bastante gente que emplean el llanto para hallar lo que desean. Plañir para manejar a el resto es una técnica que con frecuencia se utiliza para divertirse con las conmuevas del resto y obligarlos a realizar lo que deseamos.
Llanto por cambios
Este segundo género de llanto positivo tiene relación a cambios esenciales que suceden en nuestra vida y que la cambian. Por poner un ejemplo, en el momento en que nos mudamos, acabamos un curso, cambiamos de trabajo, nos casamos, contamos un hijo, procuramos pareja, etcétera.
Existen muchos cambios trascendentales en nuestra vida que nos hacen plañir, frecuentemente fruto de una emoción efectiva. Nos asisten a enfrentar el cambio de manera exitosa.
¿Por qué razón llora un psicópata?
Los sicópatas no lloran por exactamente las mismas causas que lloran los que no sufren esta nosología, las causas son considerablemente más ególatras y radicalmente distintas a eso que significa plañir para el resto. Si nos paramos a investigar en aspecto el seguir en su historia, nos vamos a dar cuenta que en la vida de un psicópata hay 2 elementos propios que nos dejan entender el fundamento o finalidad del grito de un psicópata.
Uno es la aptitud y el ahínco incesante que efectúan para ser admitidos socialmente, o sea, para cuadrar en la sociedad que les circunda con exactamente las mismas reglas de accionar, exactamente las mismas «reglas de juego» y esa no es tu forma natural de meditar o accionar. Pero precaución, esto no significa que los comprendan, los interioricen o aun los respeten o valoren. Es que los conoce y los emplea a su antojo y con interés para cuadrar en todo instante “como se estima de un individuo habitual” y de esta manera no poner énfasis como “diferente” en el momento en que no le resulta interesante y más que nada en los puntos negativos que logre tener. revelan su egoísmo y su accionar perverso.
¿Y quién tiende a estar considerablemente más predispuesto al chantaje sensible?
Bueno, a la inversa del parágrafo previo, hay personas que celosamente reconocen, defienden y priorizan sus reclamos, pero que desdeñan o desprecian los reclamos y deseos del resto. Esta combinación los transforma en manipuladores potenciales, de manera frecuente chantajistas sensibles.
Nótese que, en los dos casos, la desventaja forma una parte del mismo punto, la transgresión de determinados límites, pero al tiempo la persona con baja autovaloración va a tener límites inexistentes o muy enclenques y va a ser absorbido por los reclamos apabullantes del resto, la persona manipuladora tratará de absorber y condicionar al resto con lo propio.
¿Qué nos hace manipulables?
En varias oportunidades, excesiva empatía; en otros, los temores que condicionan nuestra vida. En ocasiones es la carencia de carácter o la carencia de reflexión sosiega lo que nos impide sentir la manipulación que hay detrás y poner límites.
Con frecuencia, la raíz del inconveniente es la baja autovaloración. La gente con complejo de inferioridad se equiparan con el resto y piensan que no tienen exactamente las mismas habilidades, que sus pretensiones son menos esenciales y, por consiguiente, tienden a meditar que sus deseos son prácticamente poco relevantes, sintiéndose aun ególatras en el momento en que procuran priorizarlos. . Todo esto causa que la gente con baja autovaloración sean presa simple del chantaje sensible.