En la mitología norteña, Valhalla (del nórdico viejo Valh?ll, «salón de los caídos»)? Es un colosal y majestuoso salón situado en la localidad de Asgard regida por Odín.
Por Flavio Rapisardi
Solo los dioses no mueren. No por su “naturaleza”, sino más bien por el hecho de que sus nombres reflejan, significan y encarnan algo alén de ellos mismos: voluntades, odios, amores y también indiferencias. Maradona murió, con lo que por fácil silogismo tenemos la posibilidad de inferir que no fue un Dios, sino más bien un hombre, un hombre para ser precisos, que pasó por todas y cada una de las contradicciones no de una supuesta y abstracta naturaleza humana, sino más bien de los que habitamos este país. . , la punta de un conjunto de naciones castigado por propios y extraños. No obstante, su muerte noqueó a miles de individuos, incluyéndome a mí. Y no por el hecho de que me gustara el fútbol -aparte de ser de Sin dependencia, que poseemos la digna popularidad de tener el pecho frío-, soy un marica chapado a la vieja cuyo primer obsequio de su padre fue un balón de cuero con el número cinco que se pudrió en el estacionamiento. – sino más bien por el hecho de que su nombre significa bastante para él. para mí hasta hoy. Cuando menos mucho más y mejor que lo que escribió una supuesta feminista que festejó su muerte festejada por otros en un desapacible tweet de un supuesto feminismo o identidad lgbtiq+.
¿Quién fue al Valhalla?
Muchas religiones aseguran que el destino de un individuo en el mucho más allí está preciso por el género de vida que ha vivido. En la mitología norteña, no obstante, el mucho más allí está preciso por de qué forma fallecieron.
Había varios salones correspondientes a múltiples dioses donde un individuo podía finalizar pasando el mucho más allí. La mayor parte fue a Hel, el triste hogar de la diosa del mismo nombre, al paso que los que se ahogaron en el mar fueron llevados por Aegir y Ran.
Renacimiento
La semilla de esta destrucción final está plantada desde el principio de la mitología norteña. Si volvemos al comienzo, observaremos la figura del enorme Ymir, cuya muerte fue que se requiere para la creación de los mundos (Heinrich Niedner, 1997, p. 238).
Hay estudiosos, como Mircea Eliade y Rudolph Simek, que dan una visión diferente del Ragnarök. Este acontecimiento no marca el desenlace de una historia, pero marca el desenlace de un período. Tras la destrucción viene la creación. Brotará un nuevo planeta, con nuevos dioses, con novedosa vida. Así mismo, la traducción como Ragnarøkkr, «el Crepúsculo de los Dioses», aceptaría el concepto de una muerte, un periodo de obscuridad, pero asimismo un amanecer. En consecuencia, no sería preciso asociarlo con un apocalipsis. Es la destrucción y el renacimiento del cosmos.