Tras pasar unos días en el cuerpo de Salomón, decidió que era hora de ser de nuevo un hombre, ¡pero no podía rememorar el trabalenguas! Entonces tomó la manera de un perro. Ciertos aseguran que al final recobró su cuerpo y acabó sus días con la dama. Otros, que murió como un perro.
Según la Biblia, el rey Salomón fue iluminado por Dios y recibió sabiduría y comprensión. De este modo logró gobernar a Israel y ofrecer excelencia a su pueblo. A Salomón se le asigna en las Sagradas Escrituras un sinnúmero de Cánticos, el Cantar de los Cantares y el Libro de la Sabiduría, pero según la tradición negada por la Iglesia, Salomón asimismo habría escrito un manual para invocar a los seres del mucho más allí.
Un impuesto a la lealtad
Un anacronismo que “ni trabaja ni hila”; Semeja un tanto duro meditar que un perro no es mucho más que eso. Y la opinión de Bierce precisamente no es la primera opinión desfavorable de este animal. Permítanme referirme a un fragmento de una vieja obra de sabiduría griega, persa y también islámica que, por cortesía de los «Hermanos de la Pureza» (Ijwān al-Ṣafā’), se fusionó en «La disputa entre los animales y el hombre». De esta forma, los «Hermanos» afirman: «… Solo la afinidad de sus letras y números y características, las cosas deseables y agradables para comer y tomar que hallaron entre ellos, la avaricia, la gula y la codicia que están en sus naturalezas y otras afines características objetables que asimismo hay entre los hombres y de las que los animales están libres… La ruindad, la pobreza, la pobreza, la vileza y la avaricia están juntas en ellos, por el hecho de que en el momento en que ven en las manos de hombres, mujeres o pequeños, un mendrugo de pan, una fruta o un tentempié, de qué manera lo aguardan y prosiguen meneando la cola, sacudiendo la cabeza, mirándose las pupilas hasta el momento en que alguien se compadece de ellos y les tira algo, conque vas a ver de qué manera corren hacia apresarlo, temiendo que otro los alcance!Todos estos son letras y números reprochables que hay en el hombre y en los perros.La afinidad de estos letras y números y naturalezas es lo que llevó a los perros a separarse de su clase, las fieras, y a resguardarse entre los hombres, transformándose nosotros asistentes contra los de su clase.
Semeja, entonces, que de esta forma fue como los perros se apartaron de los de su clase, y se transformaron en nuestros “mejores amigos” (n. en el trato humano, siempre y en todo momento he detestado esa expresión: indica cooperación antisocial y marginación para los que no tienen la «fortuna» de pasar el control de calidad y tener ese título de nobleza a ojos de otra persona (tengo amigos, no «mejores» amigos), creando un vínculo con nosotros (particular, único y normalmente positivo). lo que Hartman ha dicho sobre la amistad se aplica a los perros, que supone «la abrogación del interés propio y la transferencia del interés del otro al beneficio de uno». , justificando un trato diferente y altruista. Y Calsamiglia, en Cuestiones de Lealtad, afirma exactamente: «la lealtad es parasitaria de su objeto. Puede ser leal a un elemento sin valor» (si tu perro quiere , no significa siempre que seas un óptimo tipo). Y de esta forma, mientras que el perro (en lugar de unas croquetas y un recorrido períodico de 200 metros) puede venir a conocer a Buda, a Alá, a Shiva, a Vishnu, a Yahvé, a San Roque, o a la sagrada Hipóstasis que hay en todos nosotros, uno puede ver en su perro una reunión con la existencia de: Frida, Laika, Lasie, Rin Tin Tiin, Toto, Scooby, Goofy, Snoopy, Nipper (de RCA), Flike (de Umberto D), y hasta “el papafrit” de Pluto (Cf. .Mafalda).