Este horno se montaba cerca de una interfaz circular de tierra apisonada cerca de la que se edificaba una suerte de valla, con huesos de caracú clavados al suelo, viejas ruedas de carreta o adobes, que no dejaban la expansión del fuego. aparte de tranquilidad.
Ah, Argentina, con su querida Buenos Aires, su dios pagano Maradona, su ranchito amenazador y su tango con tanta melancolía como ortodoxia. Asimismo con su tropa de genios, idiotas y gilipollas, y naturalmente, con un asado universal que es bastante para sacarle el pecho. Muchos son los clisés y las etiquetas que los temas de Eva Perón exportaron al mundo con tanto juicio y acento musical. Escasas etiquetas hay tan alegres y jugosas como sus reconocidas carnes a la brasa. Su forma de asar difiere, afirmemos, de la europea, tal como el régimen de los cortes y el nombre de cada uno. Estos matices dan pie a otro largo articulo que emprenderemos en poco tiempo. Paciencia. En esta sección primera profundizamos en el origen de ese sabroso y también intransferible fuego fatuo.
Es conveniente apuntar las raíces de esta humeante historia para aclarar ciertos conceptos y fundamentar esa pasión argentina que afirma que «todo animal que anda va al pincho»: entonces, ¿de dónde sale una manada tan enorme de viene el ganado? En el momento en que el noble vasco Juan de Garay hizo la segunda fundación de la presente capital del país (en torno a 1580), ahora pastaban mucho más de un millón de cabezas de ganado en las presentes provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Santa Fe. se había reproducido exponencialmente en solo un siglo desde su hallazgo. De manera permanente a caballo, el gaucho criollo forjó su identidad y de esta forma halló la forma de ganarse la vida en las vastas y sucias extensiones subdesarrolladas. Mismas prácticas prosiguen el día de hoy sus compatriotas. Tomando mate y devorando proteínas. Aun el naturalista selectivo Converses Darwin se fascinó de la manera en que los argentinos de el día de hoy idolatran la carne. A propósito, el ganado vagabundo era solo del sol y las nubes, y
Asado en Argentina
Desde La Quiaca hasta Ushuaia a la mayor parte de los argentinos nos chifla el asado. Un tueste que siempre y en todo momento evoluciona. En sintonía con las tendencias, consumos, ideologías, economías y curiosidades distintas, este tradicional local altera elementos y maneras de cocinar, alén de la furia de los tradicionalistas de turno.
Los más destacados asadores de Buenos Aires lo saben y detallan estos cambios en sus menús. “Es muy distinta en Capital Federal que en el interior”, afirma Santiago Garat, un entrerriano que estuvo un buen tiempo en Uruguay, pero bien asentado en Buenos Aires. Garat -sus amigos lo llaman «el guri»- dirige la cocina de Corte, de los mejores asadores de Buenos Aires.
Al comienzo del asado, el argentino unicamente se comió la lengua…
Sí, escuchaste bien…, el gaucho solo usó la lengua de res y no se comió la carne, ¿lo viste? Mataban las vacas para comer sus lenguas, que asaban sobre brasas. Otras partes que se podían querer eran el caracus o la medula del hueso, y que se revolvían con un palo, alimentándose de esa apreciada substancia. Pero lo inaudito fue ver como mataban a la vaca para sacarle las vísceras y todo el sebo que mezclaban con la panza y después, con una brasa o un trozo de estiércol seco de exactamente las mismas vacas, le prendían fuego para tener un gusto increíble. luz ecológica. ..
El gaucho siempre y en todo momento transporta consigo un óptimo cuchillo, que era su instrumento mucho más apreciado y, indudablemente, de enorme valor, ya que servía tanto para comer el asado para recortar ramas, trabajar ellos, o para otros objetivos, tareas, así como arma de defensa o ataque.
¿De qué manera ha de ser la hoguera?
Aire: todos y cada uno de los fuegos tienen que tener una aceptable ventilación. Elementos de combustión (mecha, leña, troncos). Calor: ha de ser bastante para comenzar el desarrollo de combustión, así sea por concentración de rayos UV, utilizando una lupa, o por reacción química, utilizando una caja de polvo.
¿De qué forma ha de ser Fogon?