Domingo Faustino Sarmiento clasifica a los gauchos en 4 tipos: el baqueano, el rastreador, el cantor y el gaucho malo.
El gaucho era un individuo de enorme respeto y palabra, asimismo popular por su solidaridad y favores (gauchadas).
El día de hoy «los gauchos recientes» visten calzoncillos, sombreros o boinas, pañuelos al cuello, espuelas y afilados cuchillos sujetos al cinto. Efectúan ocupaciones en estancias, no solo en la llanura pampeana, sino más bien asimismo en la zona de Mesopotamia.
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El 11 de septiembre de 1888 muere en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento. En su honor, en esta fecha se festeja el Día del Profesor. Para recordarlo, hemos elegido ciertos extractos del libro Los Mitos de la Historia Argentina 2 que resumen una parte de su pensamiento.
Sobre todas las cosas, Domingo Faustino Sarmiento fue un hombre de su tiempo, marcado por profundas contradicciones y una gran sinceridad que lo llevó a ser siempre y en todo momento políticamente incorrecto. Insultó a la oligarquía de su tiempo y solicitó no perdonar la sangre de exactamente los mismos gauchos a los que llamaba «el soberano» y se encontraba ofuscado con educar. Todo eso no era parte, era Sarmiento.
Nació el 15 de febrero de 1811 en Carrascal, San Juan. Allí, el joven Domingo conoció al que sería el personaje principal de su libro más esencial: Facundo (Quiroga), quien tomó San Juan y una gran parte de Cuyo. (…) Sarmiento subtituló esta obra con la oración que resumía su pensamiento: «Civilización y Barbarie». De este modo describió el creador su obra: “Le envío a Vuestra Excelencia un ejemplar de Facundo que escribí para elaborar la revolución y elaborar los ánimos. Una obra improvisada, siempre llena de imprecisiones, en ocasiones dibujada, no posee otra relevancia que la de ser uno de los múltiples medios usados para contribuir a eliminar un gobierno absurdo y elaborar el sendero para uno nuevo”. La obra literaria de Sarmiento estuvo marcada por su actividad política en el momento en que escribió: “…Facundo no ha muerto, ¡prosigue vivo!; está vivo en las tradiciones populares, la política y las revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento…”
Rastra
Era una suerte de cinturón hecho de cuero, al que el gaucho sostenía las monedas que formaban su capital.
Era una lona fácil que se pasaba entre las piernas y se sostenía a la cintura con una faja. En 1843 fue sustituido por calzoncillos.