Las lenguas bíblicas u orientales que conciernen a la Biblia son: el arameo, el hebreo y el heleno helenístico.
Jesús ha dicho: “Estas son las señales que van a acompañar a los que creen, en mi nombre echarán fuera diablos, charlarán novedosas lenguas…” (Marcos 16, 17).
En lo que se refiere al don de lenguas, hay que decir que es una situación, pero hay que comprender comprenderlo. La Iglesia admite que hay dones o carismas expepcionales, como el don de milagros o de lenguas (Catecismo 2003); pero charlar en lenguas es el don espiritual mucho más discutido.
¿Qué nos comunica la Biblia sobre estos términos?
Prácticamente todo lo escrito en las sagradas escrituras sobre estos 2 conceptos está interconectado. El don de charlar en lenguas se relata como una unión de los 2 términos en uno para argumentar adecuadamente lo que intentó comunicar.
Prácticamente todo tiene relación a eso que podemos encontrar heredado del Apóstol Pablo al cristianismo. Mencionó que varios tenían este «Poder», pero pocos sabían de qué manera emplearlo apropiadamente para contribuir a llevar el mensaje a la multitud.
¿De qué manera puede alguien medrar en el don de lenguas?
La capacitación es primordial. Contamos la aptitud de rezar en lenguas en el momento en que nos encontramos manejando el automóvil, caminando, sentados en la iglesia o duchándonos. Es una increíble forma de «seguir en oración» (1 Tesalonicenses 5:17) u «rezar siempre y en todo momento y en todo tiempo en el Espíritu» (Efesios 6:18). En el instante en que oramos en lenguas, es el Espíritu Beato orando por medio de nosotros (Rom 8, 26-27; 1 Cor 14, 2), con lo que es una manera increíble de ingresar en comunión íntima con el Señor. Otra cosa que ayudo es rezar con regularidad con otros que están ejercitando los dones del Espíritu.
Frente a un desafío, así sea por un ministerio o una necesidad familiar, intercede por él en lenguas. Mientras que busca la guía del Señor, interceda en lenguas y después escuche lo que el Espíritu semeja estar diciendo. Intente cantar en el Espíritu, dejando que el Señor traiga la armonía tanto como la letra. Pídele al Señor que te dé la interpretación de lo que andas orando en lenguas. Tienen la capacidad de cambiar entre rezar en lenguas y rezar en su idioma, dejando que el Espíritu guíe sus expresiones en los dos. Pídele al Señor que te dé otras lenguas para rezar y después deja que el Espíritu hable mediante ti.
Cuestiones y Respuestas
¿Dios desea ofrecer el don de lenguas a todos o solo a ciertos? La enseñanza de San Pablo a primer aspecto semeja ser equívoca sobre este tema. En 1 Corintios 12, Pablo relata las lenguas y la profecía adjuntado con otros carismas, y asegura que no todos y cada uno de los cristianos reciben exactamente los mismos carismas (12:29-30). Pero en 1 Corintios 14:5 Pablo afirma: «Mi deseo es que todos habléis en lenguas, pero aún mucho más que profeticéis». Entonces, en exactamente el mismo capítulo, charla de la oportunidad de que todos charlen en lenguas (14:23) y todos profeticen (14:31). ¿De qué forma solucionar esta aparente contradicción?
La contestación está en comprender las distintas funcionalidades del don de lenguas. Las lenguas tienen la posibilidad de ser útil como: (1) una señal de la presencia del Espíritu (de ahí la aparición de lenguas en Hechos en el momento en que la gente reciben el Espíritu); (2) un lenguaje válido de oración para nuestro desarrollo espiritual (1 Cor 14:4,18); y (3) un medio profético de dirigirse a la red social en el momento en que va acompañado del carisma de interpretación (1 Cor 14,5.27-28). Pablo señala que el tercer empleo, el de regentar un mensaje a la red social (acompañado de una interpretación) forma parte solo a unos pocos, al paso que el segundo empleo, las lenguas como lenguaje de oración, está disponible para todos. En el día de Pentecostés, por servirnos de un ejemplo, los apóstoles, la Muy santa Virgen y otros muchos (unas 120 personas) “han comenzado a charlar en otras lenguas, según les daba el Espíritu” (Hechos 2:4). Pero prosiguieron sirviendo al Señor de distintas formas, con distintos carismas para edificar el cuerpo de Cristo.