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Quién es el dios de la belleza masculina

Apolo se consideraba el dios del sol, las artes, la poesía, la hermosura, la música y la luz. Como dios, Apolo tuvo múltiples romances con ninfas y fatales.

Por: Víctor Fernández El arte es el resultado de la fuerza autora del humano, que nos impulsa a expresar nuestros sentimientos mucho más profundos para compartirlos con la mayor intensidad de la que somos capaces. Tenemos la posibilidad de estimar a Dios como el mayor artista en la medida en que es el constructor de todo cuanto existe, en el momento en que admiramos la hermosura de la naturaleza y nos reconocemos a nosotros por medio de la observación de todo el mundo que nos circunda. Por consiguiente, la mayor obra de arte que tenemos la posibilidad de contemplar es el hombre mismo, ya que es el vértice de la obra de Dios, hecho a su imagen: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó varón y hembra. «hembra los creó» (Gn 1, 27). Dios creó al hombre ahora la mujer con un valor único y también incalculable. Cada alma tiene un valor infinito para Él y de ahí que nos logró una parte de su hermosura. Una hermosura que no está en un canon estético comercial o sensual de los tiempos que vivimos, sino va mucho más allí en el momento en que es con la capacidad de suscitar en nosotros sentimientos de excelencia, de identidad con Dios, de amor y clemencia. Hay una fotografía intensamente emocionante: una muchacha madre besando a su pequeña hija. A primer aspecto, es deslumbrante ver sus semblantes totalmente demacrados por el ácido con el que fueron atacados. Frente esta clase de imágenes, poseemos 2 géneros de reacciones que tenemos la posibilidad de tomar: separar la mirada y mantenerse en una repugnancia superficial, tanto por el acto horrible que les ocasionó tanto mal como por sus desenlaces; o mirarlos, empatizar y intentar adoptar exactamente la misma mirada que tienen el uno para el otro, secarse los ojos y contemplar -sí, digo bien: contemplar- todo cuanto nos transmite. Esa mujer y esa pequeña nos interpelan en el fondo y si se lo dejamos, despertarán en nuestros corazones la inocencia, el cariño y la clemencia, logrando ver la hermosura del humano en su pureza, la hermosura del amor que vence el padecimiento, la hermosura innata y también sin limites de todo humano desde su concepción hasta su muerte, libre de cánones o prejuicios. La clemencia de Dios se prolonga pese al mal que avizora al planeta, lo sana, lo recobra, lo anega y lo convierte. Aun en las mayores tinieblas del mal en el corazón humano, puede relucir la clemencia: ese amor de madre y también hija, que representa asimismo el cariño de Cristo sufriente por toda la raza humana. La redención está en la hermosura, dejándose controlar por la clemencia. Si aprendemos a ver con los ojos de Dios, con los ojos del amor y de la clemencia, con los ojos del milagro, vamos a poder contemplar tanta hermosura en este beso como en ‘La Piedad’ cincelada por Miguel Ángel.

Adonis y Narciso

En ninguna historia de la mitología se ponen juntos a los jóvenes Adonis y Narciso, pero es ineludible no relacionarlos, puesto que los dos jóvenes subsisten en la memoria por alguna razón colectiva, es por su increíble hermosura. Podríamos añadir a Helena a esta tríada de hermosas fatales que ocasionan admiración aun en los dioses.

De la misma Narciso, Adonis asimismo sigue con vida en el campo de la psicología. Si el complejo de Narciso revela un individuo engreída, egocéntrica y petulante, el complejo de Adonis se enfoca mucho más en la fugacidad de la hermosura misma. El día de hoy observamos bastante gente con este llamado complejo de Adonis en jóvenes robustos adeptos al gimnasio y al método de vida beneficioso para la salud ofuscados con una supuesta perfección corporal.

Con la D, Dios

Afirma el diccionario de Autoridades. “Sagrado nombre del primero y supremo. Un ente preciso, eterno y también infinito, cuyo Ser es imposible entender, en tanto que es imposible determinar y solo se puede obtener de sus Sagrados Oráculos, principio y fin de todas y cada una de las cosas. El que «creó» el Cosmos por su Poder, que guarda por su Amabilidad, que rige por su Providencia, que todo es dependiente de su sin limites grandiosidad.» Y el diccionario general de la RAE en su primera acepción define: «Supremo ser que en las religiones monoteístas se le considera constructor del cosmos».

El brazo de Dios es símbolo de su poder y excelencia y el dedo de Dios es de «felicidad divina», la misión de Gaudí en la Sagrada Familia fue apoyada por el «brazo» y se delineó con el «dedo» de Dios. Los dos siempre y en todo momento estuvieron con él.

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