«El sertanejo es heredero del gaucho, y el gaucho es descendiente del trabajador de las primeras vaquerías y de la primitiva industria del cuero.
La llamada «pureza de sangre» o » de estirpe», traída de la España medieval, era requisito para ser reconocido como «vecino» de una localidad, o sea, sujeto con derecho a formar parte en el Cabildo, y para aspirar a cualquier derecho o prerrogativa que se considerara una «merced» de la corona: incorporarse a las fuerzas armadas como oficial, cursando estudios universitarios y ejercitando los títulos que los habiliten, ser funcionario de la administración real, ejercer el sacerdocio o entrar en ciertas órdenes religiosas, entre muchas otras.
Varios argentinos nacieron con una imagen un tanto diferente de lo que era un criollo en la temporada colonial, prueba de esto es que empleamos este adjetivo para referirnos a parte importante de nuestro acervo musical folclórico, como las zambas. y milongas o, para nosotros, malambo “muy criollo”. , como bien ha dicho Chabuca Granda, lo que disponemos de «música criolla» en otras unas partes de América es sencillamente «música negra». En nuestro imaginario, los costeros identificamos al criollo con el “gaucho” y su “cerámica”, en el momento en que estos pobladores rurales eran, en la mayor parte de las situaciones, pertenecientes de las llamadas “castas”. El «mérito» de esta imagen corresponde, en parte, a los cambios que acarreó con su llegada la Revolución de Mayo y, en parte importante, a los autores que, a objetivos del siglo XIX y principios del XX, hicieron el mito de una «Argentina criolla». aproximadamente homogéneo culturalmente, lo que contrastaba con la «invasión gringa» de inmigración masiva, el gaucho noble y obediente al patrón en oposición al inmigrante inmoral y con ideas «extrañas».
El valor del gaucho
Había muchas corrientes que se referían al gaucho como una piedra que impedía el avance. No obstante, en el momento en que varios de estos hacendados originarios formaron parte de la defensa nacional a lo largo de las guerras de independencia, su imagen cambió y se ha podido detallar una diferencia entre el «gaucho sertanejo» que vivía en su rincón, payaba, era sin dependencia y sociable de ese «gaucho pendenciero» , clasificación que incluía a todos y cada uno de los paisanos que irrespetaban la ley, no deseaban ser regidos y se resistían a cualquier forma de cambio popular o cultural.
Con su carácter sumiso, con su falta de independencia y con la marca de ser retrasado para la sociedad, el gaucho es paradójicamente un símbolo de revalorización nacional. Su indumentaria, sus prácticas, sus cantos y sus danzas, todo sirve el día de hoy para charlar de nuestras raíces y sentirnos determinados con ellas.